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Camino de Santiago desde Madrid

Vigésimo cuarta y Vigésimo quinta jornada: Prado - Santiago y Fin

Vigésimo cuarta y Vigésimo quinta jornada: Prado - Santiago y Fin

Vigésimo cuarta jornada: Prado – A Ponte Ulla (24-6-2004)  

  Me desperté tarde, eran las siete de la mañana. Había dormido casi 11 horas. Me sentía descansado aunque un poco triste. Mi primer pensamiento fue que esta andadura se acababa después de casi tres semanas pisando el polvo del camino. Me daba una tremenda pereza tener que reanudar mis actividades diarias dentro de tres días, volver a la rutina laboral y retomar los problemas que habían quedado aparcados. 

  Con estos pensamientos y más lentamente que otros días salí del hotel y volví a mi amado camino. 

  Nada más salir me encontré con la pareja que había empezado en Laza, con ellos estuve la mayor parte de la mañana. Eran de Salamanca y estaban eufóricos con la experiencia. Me contaron prácticamente su vida en apenas tres horas. Es increíble como la gente se abre a los demás en el camino, la distancia de la realidad hace que nos comuniquemos muy abiertamente con gente, que lo más normal es que no volvamos a ver.  

  Pasamos sin darnos cuenta por el hermosísimo puente romano de Taboada sobre el río Deza. Después iniciamos una pequeña subida rodeados de viejos carballos hasta llegar a Silleda. Esta población tiene todos los servicios que necesita el peregrino alrededor de la Avenida del Parque. Aquí abandoné a mis amigos y continué avanzando por camino paralelo a la nacional 525. Atravesé las aldeas de San Fiz y Devesa. En siete kilómetros desde Silleda llegué a Bandeira. En este pueblo aproveche para tomar un bocado, es la mitad de la jornada del día de hoy y ya no quedan casi subidas hasta el final del día. En este etapa pasé desde los 500 metros de Prado a los menos de 100 de Puente Ulla.  

  A las doce del medio día reanudé el recorrido. Veo como van disminuyendo los kilómetros. En este tramo vi la marca de 30 kms. a mi destino. En este punto se inicia una bajada trepidante que me lleva hasta el río Ulla.  Cuando llego al puente las piernas las tengo cargadas por el descenso. En esta bajada es posible ver el enorme puente de ferrocarril mientras que andamos entre un hermoso arbolado que invita al descanso. Especial mención es el bucólico lugar al lado de la ermita de Gundián. 

  En un bar entré a descansar y a tomar una cerveza que me supo a gloria. Es impresionante la sensación de relajo que entra cuando ya has cumplido la tarea del día y sueltas la mochila, que por muy ligera y por muy acostumbrado estemos a la carga cuando se suelta se agradece. 

  Este bar tiene al lado una pensión que aproveche para hospedarme. No tiene grandes lujos pero si una buena cama y un ducha reconfortante. Después de asearme me dirigí al río y en una pradera me tendí un par de hora deliciosas en las que rememoré todo este camino que estaba a punto de terminar. Me sentía feliz, había conseguido en estos días olvidarme de mis problemas diarios y con las pocas cosas que llevaba en la mochila mi mayor deseo hubiera sido continuar una temporada más.  

  Antes de recogerme en la cama paseé por calles y visité la iglesia románica de Santa María Magdalena. Con un bocadillo despaché el trámite de la cena. A las 10 de la noche ya estaba en la cama mañana madrugaría para llegar temprano a Santiago y asistir a la Misa del peregrino en la Catedral.  

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 24 de junio del 2004.

  Pasos.- 39714.Kilómetros.- 27,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 17:00

  Tiempo andando.- 7 horas
 

Vigésimo quinta jornada: A Ponte Ulla – Santiago (25-6-2004)  

  Me costó dormir por los nervios de la finalización y la ilusión de la llegada a destino después de 21 de paseo y de disfrute. Las cosas que nos cuestan conseguir las valoramos muchísimo más. Tras despertarme en cuatro o cinco ocasiones le levanté a las cinco menos cuarto, no podía esperar más. Empaqueté todos los bártulos y salí a la calle. 

  Era noche cerrada pero el camino no tiene demasiado problemas, tras unos lavaderos tomé un camino empedrado que asciende. Un poco más adelante se pasa por una hermosa balconada de un precioso pazo. La carretera está a la izquierda. Un poco más adelante se cruza la carretera y pegados a ella anduve durante 10 minutos hasta que una señal a la derecha de la carretera me lleva a un camino ascendente que más adelante se convierte en pista forestal. Tuve que ayudarme de la linterna para ir descubriendo la flechas amarillas. Hay numerosos cruces pero no tuve ningún problema en continuarlo. 

  Cuando ya llevaba una hora caminando empecé a oír bullicio a mi espalda, había un grupo de personas que iban charlando. En uno de los cruces esperé para ver quién venía. Era un grupo de veraneantes de Puente Ulla que habían decidido hacer los últimos 20 kms. andando. Me miraron como un bicho raro cuando les comenté que llevaba más de 20 días andando.  

  Fuimos juntos un buen rato pues con sus linternas se veía mejor.  

  Poco a poco fuimos ascendiendo mientras que teníamos una agradable charla y, sin sentirlo, llegamos hasta la Capilla y la fuente del Santiaguiño. 

  Un poco más adelante se llega a un cruceiro y algo después a Lestedo. Por aquí había amanecido y las linternas se hicieron innecesarias. Aproveche para despedirme de este grupo que volvería a ver en Santiago. 

  Por una pista asfaltada en menos de una hora llegue a Susana donde aproveche para desayunar y reposar unos minutos. 

  El camino continua en una suave bajada hasta Piñeiro donde se inicia la penúltima subida que lleva hasta el cruceiro de Sar, esta se realiza por una preciosa calzada empedrada. Desde el cruceiro se empiezan a ver las torres de la Catedral y el ánimo se levanta y los pasos se aceleran hacia el puente del Sar. Ya estoy en los aledaños de la ciudad y empiezo a recorrer las calles de Rúa Castón D’Ouro y Rúa do Patio de Madres. Más adelante se encuentra la Puerta de Mazarelos, la Praza da Universidade, Praza da Fonte Seca, Rúa de Calderería, Rúa del Xelmírez y por fin la Praza de Praterías. 

  Aquí está el destino y la llegada. Di la vuelta a la catedral hasta la Plaza del Obradoiro donde no me quedó más remedio que soltar la mochila y sentarme apoyado en ella observando embelesado la preciosa fachada principal. 

  Llegaban peregrinos en grupos grandes que venían desde el camino Francés, eran muchísimos. Me parecía increíble que hubiera hecho los últimos kilómetros sin ningún otro peregrino. 

  Realice los trámites de la compostela y reservé billete en el tren de las 2 y media de la tarde. Con los papeleos ya hechos entré en la Catedral para abrazar al santo. Después de esperar media hora de cola pude abrazar al Santo y oír la Misa del peregrino.  

  Cuando salí de la Catedral me encontraba feliz y contento y deseando volver a seguir la flecha que me dirige a Santiago. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 25 de junio del 2004.

  Pasos.- 29857.Kilómetros.- 20,9 kms.

  Hora de salida.- 5:00.

  Hora de llegada.- 10:00

  Tiempo andando.- 5 horas  

FIN

  


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Vigésimo segunda y vigésimo tercera jornada: Ourente - Prado

Vigésimo segunda y vigésimo tercera jornada: Ourente - Prado

 Vigésimo segunda jornada: Ourense - Oseira (22-6-2004)  

   Después de empaquetar la mochila baje a la calle para iniciar un recorrido que me llevaría desde el siglo XXI en una ciudad a un entorno que podría estar perfectamente en la edad Media, como es el Monasterio de Oseira. 

   Después de pasar el puente sobre el Miño se inicia una dura subida, que nos llevará de 100 metros sobre el nivel del mar a 700 metros. Es una jornada en constante ascenso, con algún que otro descanso. 

  Los siete primeros kilómetros son los más duros, se ascienden 400 metros de desnivel. Se pasan maravillosos pueblos como Soutelo donde se puede apreciar un bonito pazo. Luego pasamos por una empinada subida que tiene un empedrado antiguo con grandes losas de granito. En este tramo pisamos el la marcación del Camiño Real hasta Tamallancos, existe carteles que dan información de los lugares que se va pasando. Este tramo está señalizado con señales azul oscuro al mismo tiempo que las flecha amarillas y múltiples mojones. Otro hecho destacado de este tramo es la señalización del kilómetro 100. En este momento pienso en todos los días que llevo y en las personas que me han ido prestando ayuda.  

  Poco a poco llegamos a Sartédigos y después a Tamallancos. Entre estos dos pueblos se nota que el camino se suaviza y ya hay alguna que otra bajada que nos permite observar el paisaje. 

  Dos horas después de Tamallancos llegamos a Cea, famoso por el pan que aquí se elabora. El camino lleva hasta un magnífico albergue, que encontré vacío. Después de visitarle, decidí ir hacia el centro a almorzar alguna cosa.

  Tuve la suerte de que fuera día de feria y había dos o tres pulperías con sus cazos llenos de pulpo. No lo dude y encargue una tabla de pulpo y pasé al primer bar que encontré. Cuando lo tienen preparado lo pasan al bar oportuno donde puedes dar cuenta del mismo mientras que bebes un buen ribeiro. Tuve la suerte de encontrar al hospitalero de Cea, que al reconocerme como peregrino me invitó a sentarme junto a él para degustar el espléndido pulpo a feira. También me indico que lo típico en los días de feria era tomar luego carne a la gallega y caldo de carne. No dude un momento y me dispuse a esa deliciosa comilona. 

  Fui engullendo los apetecibles platos mientras que charlábamos de los medios que daba el camino a un hospitalero contratado por la Xunta. El se dedicaba a sus campos y complementaba su sustento con el mantenimiento del albergue. Me comenta que los últimos días han dormido 8 o 10 personas en un albergue fantástico. 

  Después de la comilona tomamos un delicioso café de pota y un par de orujos del país. Sin querer se me hicieron las tres de la tarde cuando salí del bar. Mi cabeza no estaba muy despejada y sentía la bebida y la comida tomada. Resistí la tentación de dormir la siesta en el albergue como me ofreció el hospitalero, tenía que recorrer los diez kilómetros que me separaban de Oseira. 

  Para mi suerte la tarde se presentaba nublada y amenazaba agua. Este recorrido lo recuerdo por una carretera estrecha y casi sin circulación. Donde los árboles me rodeaban dándome una paz de espíritu increíble (el orujo también ayudó en estas sensaciones). 

  En este tramo podemos observar un molinillo de latón que se utiliza como espantapájaros (Silvaboa). También es posible ver múltiples pazos y puentes medievales. 

  Poco antes del Monasterio empezamos a observar su líneas. Me recordó al monasterio del Escorial en su construcción. Me dirigí directamente a la tienda tras pasar unos bellos jardines. Allí me esperaba el hermano José Luis que me llevó hasta las celdas que tienen reservadas para los peregrinos. Atravesamos dos hermosos claustros y después de subir una amplia escalera de piedra terminamos en un ala donde me esperaba mi aposento. Este se componía de una sala con un escritorio de madera con un crucifijo como única decoración, de una habitación con dos camas pequeñas pero con sábanas y un baño con azulejos blancos y ducha. Estas celdas las utilizan para la gente que quiere retirarse a realizar ejercicios espirituales. Me indicó que a las ocho se realizaba la oración de vísperas y que si quería podía asistir. También me advirtió que antes de esa hora estuviera dentro del monasterio pues lo cerraban y ya no era posible entrar hasta el día siguiente. Me cobró 12 euros por la habitación, cena y desayuno.  

  Después de asearme empecé a pasear por la parte pública del monasterio y por los alrededores. Estos apenas tienen un par de bares donde se venden artículos para turistas. También observe a varios hermanos trabajando el huerto y los jardines, vestidos con sus trajes de faena. Ellos pertenecen a la Orden del Cister y durante el día tienen que hablar lo imprescindible. El único que tiene autorización para hablar  es el hermano hospitalero que a su vez se encarga de la tienda del Monasterio. A las 6 de la tarde realizan una visita guiada por el Monasterio. Yo llegue tarde pero nadie me impidió visitar sus claustros en soledad. 

  A las ocho me dirigí al Coro de la iglesia para la oración. Allí me encontré un poco extraño por mi vestuario, pantalón corto, camiseta y sandalias. Ellos habían cambiado su ropa de trabajo por su hábitos. Sólo yo y una monja realizando un retiro espiritual éramos los extraños. Realizaron múltiples oraciones y cánticos en latín. Me senté al lado de la monja que me fue guiando a través de los diversos libros de oración. La paz y tranquilidad llenaban el espíritu y fortalecieron mi ánimo. Los hermanos eran unos doce que se repartían las diversas tareas.  

  Después de la oración me dirigieron al comedor donde estuve acompañado sólo por la monja. Nos atendió una señora del pueblo que se encargada de la comida del Monasterio. La cena fue exquisita y abundante, tanto que había posibilidades de repetir. Esta se basó en judías verdes con tomate y huevos duros, queso con membrillo, peras, plátanos y yogures. También nos pusieron una frasca de vino tinto.  

  Terminada la cena se presentó el hermano José Luis que me sello la credencial y me orientó de cómo continuar la marcha al día siguiente. Como no se puede salir solo quedé con él a las siete menos cuarto de la mañana para el desayuno, antes es imposible salir pues de cinco a seis y media tienen la primera oración del día, me invitó amablemente a participar en ella, cosa que no rechacé, hay que aprovechar los momentos en los que se pueden vivir hecho nuevas experiencias.  

  De aquí marche a la habitación y a las 10 ya estaba metido en la cama con el despertador puesto a las 5 menos cuarto, aquí no despiertan para las oraciones. Sin darme cuenta caí profundamente dormido con una inmensa paz interior. No desaprovechéis la ocasión de dormir en este monasterio. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 22 de junio del 2004.

  Pasos.- 42714.Kilómetros.- 29,9 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 18:00

  Tiempo andando.- 8 horas
 

 Vigésimo tercera jornada: Oseira – Prado (23-6-2004)   

  Dormí como un lirón hasta las cinco menos cuarto que sonó el despertador para asistir a la oración matutina. Con la ropa de paseo me dirigí a la iglesia. Los pasillos estaban silenciosos y tenían un aspecto romántico, parecía estar en otra época. Cuando llegue a la Iglesia empezaban a entrar los hermanos en silencio y recogimiento. Me coloqué en el mismo lugar de la tarde anterior. La monja al poco llegó y se sentó a mi lado para guiarme en las oraciones y los cánticos. A esa hora tan temprana el recogimiento era intenso. 

  La oración duró una hora larga que se pasó como un suspiro. Es admirable que alguien se pueda enclaustrar entre cuatro paredes y que su mundo se limite a estos horizontes. 

  Cuando salí de allí me esperaba el hermano José Luis para tomar el desayuno. Este fue la mar de apetitoso, queso con membrillo, fruta y leche con colacao. Ya con la mochila volví a recorrer los claustros acompañado por el hermano portero.  

  Salí por el portalón despidiéndome de mis hospitaleros. El corazón lo tenía alegre pese a que el día había amanecido con mucha niebla. 

  Nada más salir se inicia una cuesta por un sendero que quita el resuello pero que en las paradas me permite volver y ver el maravilloso monasterio que me ha dejado enamorado. Después de coronar se recorre un camino que va atravesando en varias ocasiones una carretera sinuosa. Seguí  bajando hasta la aldea de Outeiro. Aquí se inicia otra subida por camino y rodeado de prados hasta Gouxa. En este punto se entra en la provincia de Pontevedra.

  Aquí llegue sobre las 9 de la mañana y el día empezaba a librarse de la niebla. 

  Se sale del mismo atravesando la carretera nacional y se continua por una pista asfaltada. En poco menos de una hora se llega a Castro Dozón donde aproveche para tomar un café y descansar un rato. Desde aquí nos espera una constante bajada hasta Pontenoufe. 

  No podía dejar de pensar en las últimas horas pasadas en Oseira mientras que recorría unos maravillosos campos ondulados y verdes. ¡Qué diferencia a las tierras de secano de Castilla!  

  Casi sin darme llegue a A Xesta donde paré para almorzar. La mañana se me había pasado casi sin darme cuenta. Allí coincidí con otro peregrino que venía desde Sevilla y hoy desde Cea. Mientras comíamos un buen churrasco regado con un buen vino nos fuimos contando nuestras anécdotas y nuestras correrías en el Camino. Después de un buen café con orujo reiniciamos la marcha juntos hasta la Estación de Lalín. Está se encuentra a unos tres kilómetros de la población y tiene un albergue de la Xunta que utilizan los vecinos como casa de la cultura. Mi compañero decidió que se quedaba en él, yo me encontraba con alguna fuerza y decidí darme un lujo y dormir con sábanas en Prado. 

  Nada más salir del albergue me esperaba una cuesta arriba de dos kilómetros y cuatro más de bajada, pasando por Fondevila, Donsion, Laxe y Bendoiro. 

  Cuando llegue a este vi a la izquierda el Pazo de Bendoiro un precioso establecimiento hostelero con una prados fantásticos. No lo dudé y pedí una habitación. El hotel es magnífico  y la habitación tenía una bañera impresionante, allí estuve sumergido durante más de una hora.  

  Estaba tan cansado que me tumbé en la cama y cuando desperté era la 1 de la madrugada, así que no lo dudé y seguí durmiendo. A estas alturas del camino aunque el cuerpo se ha adaptado a caminar 7 u 8 horas sin demasiados problemas, se nota que se necesita descansar.  

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 23 de junio del 2004.

  Pasos.- 43714.Kilómetros.- 30,6 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 18:00

  Tiempo andando.- 8 horas

Vigésima y Vigésima primera jornada: Laza - Ourense

Vigésima y Vigésima primera jornada: Laza - Ourense

  Vigésima jornada: Laza -  Xunqueira de Umbía (20-6-2004)

Después de una magnífica noche durmiendo a pierna suelta el despertador sonó a las seis y media despertándome de mi sueño. Enseguida me levante y empecé a organizar la mochila. Dietrich le costó un poco más levantarse, estaba cansado después de la etapa del día anterior. Hoy soy quería llegar a Vilar do Barrio, tenía todavía diez días para volver a Alemania y pensaba tomárselo con calma. Yo tenía pensado llegar hasta Xunqueira. 

  Salimos de este fantástico albergue y enseguida cojemos la OU110, que va a ser nuestra compañera hasta Vilar do Barrio. Durante un kilómetro no vemos ninguna flecha y dudamos si nos abremos equivocado, de todas formas continuamos y por fin encontramos un desvío que nos lleva a cruzar el río Támega. Se puede disfrutar al principio de esta etapa de un hermoso bosque en el que se pueden distinguir algunos molinos antiguos. 

  El camino no tiene más incidencias hasta Tamícelas que se llega sin ningún problema en hora y media de tranquilo paseo. Aquí se inicia la subida del día. Es un ascenso brusco, que en tres kilómetros sube un desnivel de 500 metros. Se inicia por una pista zigzagueante en buen estado, donde hay sombra pinos. Pasado el primer desvío se abandona la pista y la sombra de los pinos y se toma un sendero que comienza una muy dura subida. La señalización es muy buena y hace casi imposible una pérdida, pero la subida si que es agobiante. Poco después se vuelve a coger una pista a la izquierda y la subida se suaviza un poco. Después de varios cruces se llega a un roble precioso y más parece al ser el único que nos puede dar algo de sombra. Es obligada una pequeña parada para respirar. El sudor es ostensible pese a ser un día que corría un poco de aire. Desde este punto la subida vuelve a endurecerse aunque ya se intuye el final de la subida al ver la carretera a nuestra izquierda y en lo alto algunos postes. Al fin llegamos a la carretera, para iniciar un ligera bajada que nos llevará hasta a Alberguería. 

  Aquí nos encontramos un antiguo peregrino que tiene abierto un bar lleno de recuerdos del camino. Tiene las paredes llenas de vieras firmadas por los peregrinos que pasan por su puerta. Nos invitó a escribir en las correspondientes y las colocó en una de sus paredes, para que la próxima vez las busquemos. Tomamos un café y un bollo mientras que descansábamos de la agobiante subida. 

  Este pueblo fue muy importante en la peregrinación y llegó a tener una posada y un hospital de peregrinos. Hoy en día se puede visitar su iglesia del siglo XVII, dedicada a Santa María de Alberguería, se puede destacar una imagen de Santiago. 

  Se sale del pueblo por una cuesta mucho más suave que tras varios cruces nos lleva a una gran cruz con milladoiro. Este se encuentra en el monte Talariño. Esta cruz se puso en recuerdo de los gallegos que iban a la siega a Castilla. Esta cruz me recuerda la famosa Cruz de Ferro del camino Francés. 

  En este punto se inicia una fuerte bajada de más de 300 metros que nos llevará hasta Vilar do Barrio. Las vistas en esta bajada son impresionantes. En poco más de una hora llegaremos a Vilar. Durante esta bajada coincidimos con un grupo de caminantes de la Asociación del Camino de Salamanca, que estaban realizando este recorrido por etapas de fines de semana. Ya  un poco harto de hablar en inglés con Dietrich enganché una larga charla con este pequeño grupo. Sin darnos cuenta llegamos a Vilar. 

  Volví a parar un rato mientras Dietrich buscaba aposento en el albergue. Aproveche a tomar un par de cocas y una bolsa de patatas. A la una volvió mi amigo y nos despedimos haciendo propósito de escribirnos. 

  Después de sellar al lado de la gasolinera salí por carretera buscando los pueblos siguientes que son Bóveda y Vilar de Gomareite. Después de este segundo se sale a la laguna desecada de Antela. Aquí se perciben unas rectas impresionantes, similares a las rectas de las etapas de Castilla. Comencé esta llanura en solitario pero detectando al grupo de peregrinos de Salamanca como a medio kilómetro detrás de mi. Ellos debieron incrementar el ritmo, pues yo aceleré la marcha notablemente y no conseguía distanciarlos. Fueron 5 kilómetros sentí el espíritu del camino. Con mucho calor llegue a Bobadela, donde decidí meter los pies en un estanque mientras que esperaba a mis compañeros salmantinos. También aproveche a comer algo de fruta. Después de descansar un rato reemprendimos el camino ya todos juntos. Se cambia el ambiente del recorrido ya que las rectas interminable desaparecen y vuelven los preciosos bosques de robles, que dan ganas de parar y echar la siesta en un día de calor. 

  Se pasan los pueblos de Cima de Vila, Quintela y por último Xunqueira de Ambía. El albergue está a la entrada pero para recoger la llave hay que ir al centro del pueblo. Una vez aquí decidí dormir en una casa rural, no tenía fuerzas para volver al extrarradio. 

  Nada más ducharme marche a dar una vuelta por el pueblo. Es destacable el Monasterio de Santa María la Real, construido en el siglo XII. Tiene una hermosa fachada románica, y la iglesia tiene hermosos retablos barrocos. 

  Cene en un restaurante al lado del monasterio y pronto me despache para la cama para descansar. Las muchas jornadas van cargando el cuerpo y fácilmente se puede estar en la cama durmiendo 9 o 10 horas. 

  Jornada variada donde se pasa un puerto poderoso con su bajada correspondiente, luego una llanura importante y por último unos bosques preciosos. Una jornada completa y maravillosa. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 20 de junio del 2004.

  Pasos.- 46571.Kilómetros.- 32,6 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 17:30

 Tiempo andando.- 8 horas

 Vigésimo primera jornada: Xunqueira de Umbía – Ourense (21-6-2004) 

  Me levanté con fuerzas renovadas lo primero que hice fue mirar por la ventana. El día amaneció con lluvia fuerte y constante. Me preparé para esta eventualidad desconocida desde que empecé en Cercedilla. Estrene el poncho y salí a la calle con resignación pero con alegría por la novedad después de tantos días de calor. 

  La lluvia era muy intensa pero una vez iniciado el camino no me importó demasiado, era algo nuevo y ese momento fascinante. Por caminos y por carretera después, se va uno acercando a Salgueiros, donde aproveche para descansar y secarme un rato. La lluvia iba disminuyendo según iba pasando el día. Se pasan múltiples aldeas siempre cuesta abajo.

  Se pasa de 550 metros en Xunqueira a unos 100 en Ourense. Aunque la etapa es corta no es demasiado bella, sobre todo por el polígono industrial lleno de camiones y gran circulación, pero ya se sabe que las dichas nunca vienen juntas. Hay que pasar infortunios para saber disfrutar de los momentos buenos. 

  Después de este polígono, en apenas 7 kilómetros se llega al centro de Ourense. Se puede destacar el hermosísimo cruceiro plateresco de la plaza de Seixalbo. 

  En el centro acudí a la Oficina de Información y Turismo que está junto a las burgas. Me dieron un mapa de la ciudad y de los sitios imprescindibles de ser visitados. Era apenas la 1 de la tarde cuando salí de la oficina.  

  Me hospedé en un hostal al lado de la catedral para por la tarde dar una vuelta por el casco antiguo y dedicarla a hacer un poco de turismo. Para mi es muy importante intercalar días en los que se sienta uno turista para poder observar y disfrutar de las ciudades. 

  Ourense en una ciudad donde las reminiscencias romanas son abundantes. Para mí los más destacables son el puente romano sobre el río Miño, los lavaderos de oro y sobre todo los manantiales termales de las Burgas. Parece ser que el topónimo de la ciudad podría tener el origen en la ocupación romana, Auria, palabra romana que rememora  a las arenas auríferas del río. 

  La catedral de San Martiño es un paso ineludible si se llega a la ciudad y es un placer pasear por las calles aledañas a la misma. Abundan los bares de vinos. 

  Mención especial hay que hacer de las fuentes termales de As Burgas, donde es obligado llenar la botella con el agua caliente que desprenden. 

  También pude pasear por el puente sobre el Miño y disfrutar de una cerveza sentado en una terraza mientras que observaba a las personas en su vida diaria, sintiéndome como un extraño pero siendo acogido con todo el amor y fraternidad que es capaz de dar los gallegos con los peregrinos que llegan a su amada tierra. 

  El tráfico rodado me sumergía y me recordaba mi Madrid de origen y me hacían desear volver a las soledades pasadas. Era difícil concentrarse en mis pensamientos rodeado del bullicio de una ciudad. Es curioso que el peregrino siempre prefiere la tranquilidad de las pequeñas poblaciones donde se siente acogido y querido a la locura de las ciudades donde es visto como un simple mochilero. 

  Después de tomar unos vinos en el centro me dirigí al hostal para descansar mis pies doloridos. Por la tarde llamé al monasterio de Oseira para reservar plaza en el mismo para el día siguiente, esta llamada es totalmente necesaria pues sino es difícil que te acojan. Me aconsejaron que llegara entre las 5 y las 7 de la tarde pues fuera de ese horario no se podía molestar a los frailes. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 21 de junio del 2004.

  Pasos.- 32714.Kilómetros.- 22,9 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 14:00

Tiempo andando.- 6 horas

Décimo octava y décimo novena jornada: Lubian - Laza

Décimo octava y décimo novena jornada: Lubian - Laza

Décimo octava jornada: Lubian – A Gudiña (18-6-2004)

   Me desperté a mi hora habitual y preparé mis cosas con calma esperando que mi amigo alemán se desperezara, me dijo que quería hacer el recorrido solo para pensar en su cosas y pensaba comprar algunas cosas en el pueblo. Así que emprendí el día sólo y agradeciendo el ir sólo, por que así podía ir a mi ritmo. 

  El camino comienza con una bajada hasta el río Tuela y poco después se llega al magnífico monasterio barroco de la Tuiza y un poco más adelante a la ermita de la Virgen de las Nieves. Aquí hay un área de recreo en el que es posible descansar un rato. 

  Desde aquí se inicia la subida por un sendero lleno de vegetación del puerto de A Canda. Esta subida, que nos llevará hasta Galicia, es mucho más brusca que la del Padornelo, 300 metros de desnivel en tres kilómetros y medio. La subí con cierta soltura y sin hacer paradas. Arriba llegue a las dos horas de iniciar el recorrido y decidí parar en la fuente junto a la antigua nacional. 

  En este punto hay un deteriorado mirador con una magníficas vistas sobre Zamora llegando a divisar el Padornelo. Aquí también se encuentra un letrero que nos indica el cambio de provincia, entramos definitivamente en Ourense. También en este punto podemos ver la primera escultura en piedra con motivos jacobeos de Carballo, estas nos acompañarán en todos los cruces importantes.  En este punto se inicia una trepidante bajada tan pronunciada como la subida que nos lleva hasta el primer pueblo gallego, A Canda. Es un pequeño pueblo sin ningún servicio para el peregrino. Un poco más abajo nos encontramos el pueblo de Vilavella. Este si que tiene una zona de servicios, bares, restaurantes, tiendas y hostales. Aproveche para tomar el desayuno, después de tres horas y media de camino. 

  Continuamos la bajada, ahora ya algo menos brusca hasta O Pereiro, en este encontramos la bella ermita de Ntra. Sra. De Loreto.  Aquí se acaba la bajada y se inicia otra subida lenta pero ya muy pesada por el recorrido que llevamos que nos lleva a O Canizo. 

  Aquí aproveche para tomar una cerveza y de paso tomar una ensalada en un bar que abre al paso del peregrino. La señora que lo atiende cuando me vio pasar me dijo que pasara y descansara un rato en su pequeño bar. Se estaba muy fresco en el interior en comparación del calor de ese día de junio. 

  A las dos y media de la tarde reemprendí la marcha con el ánimo un poco más templado. No tenía prisa pero los cuatro kilómetros que separan de A Gudiña se hicieron apenas en una agradable hora por caminos en bajada. Un poco antes de entrar en la población se atraviesa por un puente la Autovía y en medio kilómetro mas se llega al centro del pueblo. 

  Busque el albergue y enseguida me encontraba en él, tuve que llamar a un teléfono que marcaba y apareció un miembro de protección civil que tomó nota de mis datos. El albergue tiene 24 plazas en 12 literas en la parte superior y un salón y cocina bastante grandes en la parte baja. Mientras me duchaba aparecieron dos peregrinos que venían del alto del Padornelo. Uno era sevillano y otro uruguayo habían iniciado el camino en Sevilla. Hacían etapas de cincuenta kilómetros. Me comentaron que en Zamora se habían cruzado con el peregrino catalán que iba en sentido contrario. 

  Me eche una espléndida siesta antes de recorrer el pueblo. Visité la Iglesia de San Martiño. Recorrí durante unos metros el camino del próximo día que pude observar que era por una carreterita en subida. 

  De vuelta al albergue para dejar las vituallas del día siguiente estaba mi amigo alemán. ¡Que novedad estar cuatro peregrinos en un albergue! 

  Cenamos en el restaurante Carlos una espléndida cena rodeados de una excursión a Santiago que había salido esa mañana desde Madrid. Nos miraban como bichos raros. Ellos consiguen llegar en un solo día y a mi me costará más de veinte.  

  Después de un buen orujo y un paseo nos dirigimos a descansar en el albergue. Nuestros compañeros nos dijeron que ellos partirían a las cinco de la mañana pues querían llegar a Villar de Barrios. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 18 de junio del 2004.

  Pasos.- 33714.Kilómetros.- 23,6 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 15:00

  Tiempo andando.- 6 horas

 Décimo novena jornada: A Gudiña - Laza  (19-6-2004)

  En esta jornada tendríamos dos posibilidades ir por las Ventas hasta Laza o bien ir por Verín. Decido que me resulta más atrayente un recorrido de montaña donde estaré más de 15 kilómetros a más de mil metros de altura. 

  A las 5 de la mañana nos despiertan nuestros compañeros al hacer su equipaje, pero apenas en 10 minutos vuelve el silencio y conseguimos dormir sin ningún problema hasta las 6 y media. A estos compañeros no los volveremos a ver como suele pasar constantemente en el camino. Aquí cada cual lleva su ruta y marca su marcha, tiene un enorme parecido con la vida, donde tenemos que tomar constantemente decisiones que nos acercan o nos alejan de los compañeros de viaje o de vida. 

  Diaetrich y yo marchamos después de tomar un yogur y unas cuantas galletas. El día se presenta a primera hora como lluvioso y es preciso que pongamos el poncho. Es un sirimiri ligero que durante una hora nos irá refrescando. La verdad es lo agradezco después de tantos días de solanera y de agobios. Se empieza el recorrido por una carreterita en la que sólo pasó un coche en los 10 kilómetros que la seguimos. Poco a poco vamos ganando altura hasta que en cinco kilómetros llegamos a Venda do Espiño da Cerderira. Son apenas cuatro casas con un par de explotaciones ganaderas y un cerezo al que debe su nombre la población. Sólo nos cruzamos con un campesino vestido con un mono azul y que iba arreando sus vacas. Ni siquiera se detiene a mirarnos. Debe estar su mundo tan lejano de nuestra peregrinación que no le debe causar ninguna sensación y prefiere ni observarnos. Desde aquí las vistas son espléndidas sobre la Sierra Seca. Nos acompaña intermitentemente los túneles del tren que une Puebla de Sanabria con Ourense. 

  Seguimos por la carretera con unas vistas maravillosas y solitarias y notando que el ascenso se ha suavizado y estamos empezando a llanear. Sigue así el recorrido hasta Venda  Teresa. Aquí no vemos a ningún persona. Al salir de la población no volvemos a la carretera sino que se coge un camino que nos lleva hasta la siguiente Venda, Venda Capela. En este punto comenzamos a ver el Embalse das Portas y por detrás la sierra de San Mamed, la sierra de Queixa y los montes do Invernadeiro, dominados por el pico Seixo, Majadales y Cabeza de Manzaneda. Es vista se tendrá hasta la bajada a Campobecerros. Por el camino que llevábamos llegamos a otra carreterita, diferente a la que llevábamos. 

  Cuando llevamos 14 kilómetros llegamos a la Venda da Bolaño, la última. También sin ningún servicio para el peregrino. Un poco después se inicia un descenso brusquísimo hasta Campobecerros donde llegamos con 20 kilómetros en las piernas y sin un solo descanso. Son las 11 y media de la mañana y se impone un descanso. Este lo conseguimos en un bar. Recogemos el poncho y el ánimo se nos alijera. El sudor nos había deshidratado. Tras una cola y un bocata sentimos como las fuerzas vuelven. Las vistas de esta etapa son incomparable y vale la pena el esfuerzo de realizarla. Es magnífica la iglesia de la Asunción con un moderno Santiago en la portada. 

  Se sale hacia Porto Camba por una carreterita que apenas en tres kilómetros nos coloca en el centro del pueblo. Se deja la aldea y se sube hasta una cruz, erigida en memoria de los peregrinos fallecidos en el Camino. Las vistas vuelven a ser fabulosas. Aquí se coge una pista asfaltada que de forma muy decidida empieza a bajar. 

  Una hora después, y ya cerca de las dos de la tarde llegamos a As Eiras un hermoso pueblo que recibe maravillosamente a los peregrinos. Tienen preparada un área de descanso con una fuente y un comedor de madera. Aprovechamos para descalzarnos un rato para que nuestros sufridos pies respiren y descansen. También damos cuenta de las viandas que llevábamos en la mochila. Estuvimos cerca de una hora disfrutando de las vistas espléndidas.   

  Continuamos el recorrido por un pista de tierra que sigue bajando decididamente, se pasa de mil cien metros a menos de quinientos en diez kilómetros. 

  A las seis de la tarde llegamos a las estribaciones de Laza, donde preguntamos por el albergue a un agricultor que estaba limpiando los campos de patatas. Nos dirigió directamente a protección civil. Este pueblo nos pareció toda una ciudad después de las aldeas recorridas. Aquí nos sellaron las credenciales y con un todoterreno nos acercaron al mismo, son apenas quinientos metros que agradecieron nuestras piernas. 

   El albergue es todo un lujo baste decir que se parece más a un Centro Cultural. Aprovechamos para refrescarnos y descansar un rato antes de dar una vuelta por el pueblo. Había un peregrino mayor y una pareja que iniciaba hoy el camino. El de protección civil nos dijo que había algo de comida en la nevera y si comprabamos algo en la tienda no era necesario que saliéramos a cenar. Había un plato de espaguetis, un par de tomates y unas magdalenas. Así que nos fuimos a comprar una lechuga, un para de botellas de vino y algo de embutido a la tienda. Y otra sorpresa la tendera nos dio dos paquetes de yogures que caducaban dos días después y unos donuts para el desayuno. Antes de que se estropeen los artículos ella los da a los peregrinos para que los consuman. Esto dio lugar a una magnífica cena peregrina. 

  Dietrich y yo dimos una vuelta por el pueblo viendo entre otras cosas su hermosa iglesia gótica de San Xoán y un cruceiro sobre cuatro pilares. 

  Cuando volvimos al albergue había llegado un bicigrino de Barcelona que se unió a nuestra cena. Después de esta departimos en el salón durante un buen rato, contando las diversas experiencias y escribiendo en el libro de peregrinos. 

  A las diez y media de forma automática se apagaron las luces del albergue y nos marcó el momento de ir a dormir. 

  Etapa agotadora pero bellísima. Tuvimos la suerte de que las nubes nos acompañaran, en caso contrario es tremendamente necesario proveerse de agua y víveres. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 19 de junio del 2004.

  Pasos.- 48857.Kilómetros.- 34,2 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 18:30

  Tiempo andando.- 9 horas

Décimo sexta y décimo séptima: Mombuey - Lubian

 

Décimo sexta jornada: Mombuey – Puebla de Sanabria  (16-6-2004)

  A las tres de la mañana mis compañeros de albergue se despertaron y se prepararon con bastante consideración en no hacer ruido. Era de noche cerrada y me pareció un absurdo salir tan temprano. Hacer medias etapas sin poder ver el paisaje y con una linterna en la mano no me parece la mejor forma. Les despedía con el “buen camino”, me di la vuelta y me quede roque hasta las 6 y media. 

  Cuando salí había dos luces pero suficientes para caminar observando por última vez la torre románica. 

  Tras cruzar la autovía me espera un precioso bosque de robles. En esta jornada se suceden los pueblos cada 4 o 5 kilómetros. El primer pueblo que nos encontramos es Valdeverilla, apenas cuatro casas con mucho encanto. Entrepeñas y  Asturianos. En este aproveche para tomar el almuerzo y descansar en una terraza de un bar durante una hora larga. 

  Cernadilla es el pueblo más importante en esta primera parte. La característica más destacada de esta localidad es la nobleza que desprenden muchas de sus casas, que denotan épocas pasadas esplendorosas. 

  En el centro del pueblo, y rodeada por completo, se encuentra la parroquia, cuya construcción data del siglo XVII. Su presbiterio se cubre con una bóveda de crucería estrellada. Los retablos son discretas piezas barrocas, no excesivamente complejas en su diseño. De su exterior destaca, sobre manera, la torre, una esbelta obra realizada con sillería granítica. 

  Una de sus pedanías es San Salvador de Palazuelo. La localidad cuenta con dos ermitas la del Cristo y la de Santa Lucía, las dos restauradas. A estos dos edificios religiosos hay que añadir la iglesia parroquial, con portada románica. El cuerpo del templo es posterior al igual que su torre. 

  Después pasamos por Entrepeñas donde su ermita nos recibe un poquito antes de entrar en su plaza donde su fuente me permitió llenar la botella de agua. Salí del pueblo y tras unas cuantas revueltas pasé por un puente por encima de la autovía desde donde ya es posible ver la siguiente población. 

  Un poco después se llega a Asturianos con su imponente iglesia de la Asunción, aquí aproveche para tomar el almuerzo y descansar en una terraza de un bar durante una hora larga. 

  Aquí el calor empezaba a notarse y a agitar el ánimo. Desde aquí el paisaje se estropea, no es nada cómodo con muchos tramos llenos de maleza. Sin embargo tiene sombra, pues discurre por el bosque. Llegue a Remesal donde una señora me contó que en su pequeña ermita se encontraron Fernando el Católico y Felipe el Hermoso para resolver los enfrentamientos sucesorios producidos tras la muerte de Isabel la Católica. Por un camino un poco tortuoso llegue a Otero de Sanabria, aquí ya estoy un poco harto de tanto cruce y decido seguir por la N-525, y así hago los últimos 5 ó 6 kilómetros. 

  A la entrada encuentro el hostal la Trucha donde como y pido habitación para pasar la noche. 

  A las seis de la tarde, después de un rato de siesta subo hasta el castillo de Puebla de Sanabria por unas empinadas escaleras que me llevaron hasta el castillo levantado por Rodrigo Alonso Pimentel. Paseo por sus calles estrechas observando la ermita de San Cayetano, el convento de San Francisco y la Casa Consistorial. Es un pueblo fascinante que te introduce en una época diferente. Sus casa blasonadas crean un carisma especial y fascinante. 

  Entro en la Oficina de Información y cuando estoy hablando con la muchacha que lo atendía aparecieron mis amigos franceses Francine y Claude. Ellos han cogido el autobús desde Mombuey, y mañana vuelven a su tierra. ¡Qué alegría volver a ver a gente no esperada! ¡Qué alegría volver a saludar a buenas personas que tienen inquietudes similares a las mías! Prometen volver al camino al año siguiente para completar el trecho que les queda. 

  Después de despedirmos tomé un par de vinos de las tierra en uno de los múltiples bares y me fui a la cama para estar fresco al día siguiente. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 16 de junio del 2004.

  Pasos.- 45428.Kilómetros.- 31,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 16:00

  Tiempo andando.- 8 horas

Décimo séptima jornada: Puebla de Sanabria - Lubian  (17-6-2004)

  El día amaneció temprano, como todos los días en el camino. Es importante madrugar para aprovechar las horas frescas de la mañana para hacer la mayor parte del camino. Llego hasta el río Castro, que se cruza por el puente tomando la antigua carretera N-525 otra vez. Hoy para empezar toca recorrerla durante casi ocho kilómetros. Es una auténtica pesadez. En algún momento intento seguir un camino paralelo pero el río me impide el paso y tengo que volver a la carretera. 

  Este tedio mañanero  se acaba en un camino bien marcado que sale a la derecha de la carretera que entre castaños y robles nos lleva hasta la iglesia porticada de Santiago de Terroso. Aquí sufrí una pérdida de casi una hora por distraerme en mis pensamientos y pasarme una flecha. Esto me obligó a retroceder con el consiguiente cabreo.  

  Poco a poco recorro los 8 kilómetros que hay desde Puebla a Requejo. Con tres horas de recorrido y como compensación a mi enfado entro en el bar-tienda que hay en el centro del pueblo donde tomo un desayuno reconfortante, sobre todo sabiendo que el puerto del día se inicia nada más salir del pueblo. 

  En este descanso llega un peregrino alemán que apenas habla español. El tendero me pidió ayuda para saber lo que quería. Con mi desastroso inglés y su horrible inglés conseguí descubrir que quería un poleo. Esta anécdota hizo que emprendiéramos el camino de subida al Padornelo. Esta subida son doce kilómetros que se inician por un camino y terminan en la carretera, antes de un túnel de medio kilómetro. Durante la subida se pasan varias naves abandonadas y una fábrica hormigonera, que debieron utilizar para construir la carretera. Esta subida es llevadera en la primera parte, pero en la última es un poco árida. El desnivel no es más que de 350 metros en cinco kilómetros, nada que ver con el desnivel del puerto de la Fuenfría que se ascienden 800 metros. Lo que si marca es el primero de los puertos de la entrada a Galicia. 

  El no pasear solo me abrevia el recorrido, aunque tengo que hacer auténticos esfuerzos para entender a Dietrich. Me comenta que es su segundo camino, el año pasado estuvo en el Francés y le encanto. Su única queja era lo concurrido que estaba. Por ello este año había decidido ir a uno más tranquilo. Empezó en Zamora y hasta ahora había realizado etapas cortas. Tiene 24 años y es cartero en un pueblo cercano a Berlín. 

  Cuando llegamos al Padornelo son las dos de la tarde y decidimos tomar una cerveza y descansar durante un rato. Es atendido por un matrimonio mayor que nos comentan que este año están habiendo muchos más peregrinos que los años anteriores. Nos cuentan que todos los días pasa alguno. 

  A las tres y media reemprendemos el camino. Enseguida se abandona la carretera por un caminito a la derecha. Aquí recorro uno de los tramos más bonitos de este camino entre hermosos robles y brezos y con un torrente de agua que se infiltraba en el sendero. Mi amigo decide parar un rato y yo ensimismado continuo intentando disfrutar del paisaje fantástico. 

  Paso a paso llego primero a Aciberos, pequeño pueblo sin ningún servicio para el peregrino. Después de él se continua por el camino fantástico hasta un poco antes de Lubian que  atravesamos bajo un puente la vía del tren. 

  El camino te lleva directamente al albergue, edificio nuevo con dos plantas. En el tomo posesión de una de las literas y me doy una ducha revitalizante totalmente sólo. Cuando estoy reposando en la cama llega mi amigo alemán que toma posesión de otra de las camas. 

  A las siete de la tarde nos damos una vuelta por el pueblo y buscamos la salida de mañana. Decidimos cenar en la casa rural Irene, donde nos damos una espléndida cena con una botella de vino que nos levantó la alegría. 

  Medio cantando nos fuimos a nuestro albergue donde estábamos totalmente solos. Entre el vino y el cansancio caímos como troncos. 

  Parece mentira que un lugar preparado para unos treinta peregrinos solo estemos dos. Son las cosas que no se terminan de entender. Pero disfrutemos de estas pequeñas ventajas que a veces nos da el camino. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 17 de junio del 2004.

  Pasos.- 42714.Kilómetros.- 29,9 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 16:00

 Tiempo andando.- 8 horas

Décimo cuarta y Décimo quinta jornada: Tábara – Mombuey (14-6-2004 / 15-6-2004)

Décimo cuarta y Décimo quinta jornada: Tábara – Mombuey (14-6-2004 / 15-6-2004)

Décimo cuarta jornada: Tábara – Calzadilla de Tera  (14-6-2004)

  Los franceses nos despertaron con sus movimientos a las 6 de la mañana y sin dudarlo me levante a preparar los trastos. En veinte minutos ya estaba listo para iniciar la marcha, ellos todavía seguían preparándose. El catalán y yo salimos a la vez y los primeros metros los hicimos juntos. En la carretera nos separamos el marchó para Faramontanos y yo para Bercianos de Valverde. Esta es una realidad del Camino los peregrinos se conocen durante unas horas, comen, duermen y respiran el mismo aire, y un día después ya no se ven más, aunque sus recuerdos perdurarán toda la vida. 

  El camino sale desde la torre de San Salvador por un camino agrícola en magnífico estado que va paralelo a una carreterita que más adelante se atraviesa. Todo este tramo se realiza entre viñedos y castaños. Las flechas se ven perfectamente en este camino ascendente que nos llevará en un par de horas al valle del río Tera. Cuando cambiamos de valle el paisaje que puedes ver es de encina y jara. 

  Tengo la sensación de estar en otro país diferente al de días anteriores, es un recorrido de suaves ondulaciones y sin tanto calor. 

  No encontré ninguna dificultad hasta Bercianos  de Valverde al que llegue a las 10 de la mañana. Busque un bar para desayunar que abría en ese momento y conseguí tomar un café y unas magdalenas caseras que me supieron a gloria.  

  A las 10 y media reanudo la marcha poco a poco. La salida del pueblo se hace en cuesta pudiendo contemplar algunas bodegas enterradas en el suelo. Esta cuesta apenas dura un kilómetro luego ya todo es bajada hasta Santa Croya de Tera. Este pueblo se encuentra al lado del río Tera y se encuentra al lado de Santa Marta de Troya.  

  Aquí pasé a la iglesia para que me sellaran en el lugar donde se encuentra el Santiago románico más bonito de la Vía de la Plata. Es impresionante su belleza y sencillez. Es difícil pensar como su autor con una simplicidad notoria hiciera una obra de arte como esta. Este se encuentra en un capitel en la parte de atrás de la iglesia aunque existe una copia en el interior. Un sacerdote mayor me dirigió a su casa donde me selló la credencial y me dijo palabras de estímulo para continuar el camino. Persona muy entrañable que bien merece una visita. 

  A la una de la tarde continuo la marcha siguiendo paralelo al río Tera entre huertas y chopos que refrescan el ambiente. A las dos de la tarde llego al puente Pumarejo donde hay un camping. Aquí observo un merendero al lado del río rodeado de una extensa zona verde, y no lo dudo para allá voy. Me pido una refrescante cerveza y aprovecho para comer opíparamente. Antes de la comida me doy un baño en el río, consiguiendo comer fresquito como si fuera un campista.  

  Después de comer a las 4 reanudo la marcha despacito entre hermosas alamedas junto al río hasta que se llegue a Calzadilla de Tera. Las flechas me llevan a una iglesia vieja y medio en ruinas. La iglesia, tal como está, da algo de pena, como casi todos los edificios antiguos que conocieron tiempos mejores. A la derecha y detrás de la iglesia se cruza un puente sobre un canal y se tira a la izquierda por el camino junto al canal. A unos dos kilómetros cruce otro puente sobre el mismo canal y ya llegue a Olleros de Tera.  

  Estaba cansado y un poco tostado por el sol así que busque alojamiento, consiguiendo hospedaje en una casa de adobe que se accedía a través patio interior del bar. La primera sensación fue de cochambroso pero luego le encontré el encanto de poder dormir en una casa como las de hace un siglo. Las paredes no estaban pintadas y se podía ver el adobe. El colchón era de lana sobre una cama de madera. En las puertas había que tener cuidado de no darte con el dintel, pero tenían una buena ducha con agua caliente. El frescor era notable entre sus muros de más de medio metro. Me cobraron 5 euros por la noche. 

  Este es un pueblo bastante pequeño sin demasiados servicios aunque si tenía dos bares y un restaurante.  

  Un día de camino solitario pero con el ánimo bien templado por un paisaje maravilloso. No había visto ni a un solo peregrino en todo el día, que diferencia con otros caminos. A las 10 de la noche estaba durmiendo tranquilamente y meditando en el la próxima jornada que me llevará hasta Mombuey. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha.- 14 de junio del 2004.

  Pasos.- 48000.Kilómetros.- 33,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 18:30

  Tiempo andando.- 9 horas   

  Décimo quinta jornada: Calzadilla de Tera  - Mombuey (15-6-2004)  

      Dormí como un lirón en aquella cama que chirriaba. Me levante a las 6 de la mañana y tras preparar los bártulos salí a la  calle. La mañana era fresca. 

  La señalización en este pueblo es un lío, según la guía marca que hay hasta cuatro posibilidades. Yo tome la calle que lleva a la iglesia y pasada ésta seguí hacia Otero de Bodas. Luego, a la derecha, sale una carreterilla flanqueada por postes de la luz que, a unos tres kilómetros, desemboca en otra más ancha. Siguiendo ésta, a la derecha, se llega a la presa del pantano. 

  Atravesé la presa y, a los pocos metros, cogí una carreterilla asfaltada. En este recorrido pude observar como un azor observaba el valle sobre un poste y en un momento determinado se dejaba caer suavemente sobre las aguas del pantano sin apenas mover las alas. La carreterilla bordea el pantano y nos lleva a Villar de Farfón. 

  Una senda poco señalizada pero sin pérdida me lleva a Rionegro del Puente. Detrás del Santuario de la Virgen de la Carballeda, a la izquierda de la carretera, descanso y tomo un café. El propietario del bar me contó la siguiente leyenda:  

  “Un peregrino se encontró en su camino con la imposibilidad de cruzar el río Negro debido a una gran crecida. Invocó a la Virgen, la cual ayudó al peregrino a cruzar el río utilizando su capa como si de una barca se tratara. Finalmente al llegar a la otra orilla se agarró a la rama de un gran carballo. Fue en ese lugar donde el peregrino construyó una ermita que con el paso de los años se convirtió en el santuario que ahora nos encontramos”. 

  En la fuente enfrente de la Iglesia lleno la botella de agua, el calor empieza a notarse. 

  Se sale hacia Mombuey por un camino a la derecha de la N-525 que se toma en el mismo Rionegro y que cruza bajo la autovía. Al llegar a la carretera de Santa Eulalia el camino desaparece y quedan dos alternativa: seguir los postes del tendido eléctrico campo a través o el arcén de la N-525. Me encuentro cansado y decido seguir por la carretera.  

  En un bar de carretera aprovecho para tomar un café y tomarme un respiro. 

  Una hora después estoy llegando a Mombuey con un calor insoportable. Me dirijo al albergue y una nota me indica que las llaves las dan en el Hostal A Rapina. Allá me dirijo. Pido las llaves y me dicen que el alcalde tiene que darme las llaves. Me pasan a un despacho y el señor alcalde, y propietario del hostal, me somete a un interrogatorio con no demasiadas buenas maneras. Me da la sensación que no le hace gracia que el albergue le haga la competencia. Llama al alguacil y le dice que me lleve al albergue.  

  El albergue parece un almacén en el que hay de todo. Hay dos camas de hospital y varios colchones en el suelo. Después de asearme decido ir a comer al hostal. Cuando estoy llegando veo a dos peregrinos que vienen por la carretera. 

  Son dos amigos del camino, que han empezado en Sevilla y que hacen medias de 50 y 60 kilómetros diarios, ¡una barbaridad! Les indico donde está el albergue y vamos a comer juntos. Me cuentan que ellos se levantan a las tres de la madrugada y a medio día suelen estar en destino. Se conocieron hace un par de años en el camino Francés y congeniaron tan bien que año tras año siguen juntándose para hacer diferentes caminos. Me sorprende las medias pues no son gente joven, deben rondar los sesenta años. Hacen muchas etapas casi por carretera para ser más directos. Hoy vienen desde Tábara.  

  Después de una opípara comida y de una copita de orujo, me satisface tener un rato de conversación con gente que está realizando una andadura similar. 

  Después marchamos a una merecida siesta. A las siete visitamos la iglesia que tiene una bonita torre románica. Tomamos unas cervezas y una tabla de embutidos, antes de marchar al reposo del peregrino. La jornada ha sido más tranquila que días anteriores pero mi ánimo no estaba muy boyante. Voy notando los días y el cansancio. No todos los días se encuentra uno en plena forma. El contacto con otros peregrinos me vitalizó. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 15 de junio del 2004.

  Pasos.- 32800.Kilómetros.- 23,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 13:30

  Tiempo andando.- 6 horas

Décimo tercera jornada: Granja de Moreruela – Tábara (13-6-2004)

Décimo tercera jornada: Granja de Moreruela – Tábara (13-6-2004)

  Etapa sensiblemente más corta que las anteriores, pero era necesario que me lo tomara con calma pues los últimos días habían sido tremendamente estresantes y con mucho kilómetros. 

  Me despertaron los franceses para dejarme una magdalena y un batido de chocolate cuando ellos marchaban a las 6 de la mañana. En seguida me levanté y preparé los bártulos de la marcha. Lleve la llave al bar dejándola en la repisa de la ventana que me dijeron. Tras esto comencé la subida lenta pero continua hasta el final del pueblo ahí hay un cruce de caminos del camino de Santiago. El que sigue recto te lleva a Benavente para luego enlazar con el camino Francés y el de la izquierda te lleva por el camino Sanabrés hasta Orense y después a Santiago. Cogí el de la izquierda y poco a poco en un paisaje de media montaña, y totalmente diferente al de días anteriores llegue a un pantano con el Puente de los Quintos. Este está a unos cinco kilómetros del pueblo.  

  Todo el recorrido va marcado con flechas amarillas menos abundantes que en el camino de Madrid y algunas veces te hacen dudar. 

  Al poco de pasar el puente sobre el río Esla alcance a los franceses con los que hice los siguientes 8 kilómetros. Para mí era una novedad caminar charlando de temas diversos, el recorrido se hacía bastante más ameno y los metros caían más rápidamente. También el paisaje era diferente. Abundaban las encinas y el terreno era ondulante, un auténtico placer después de tantos días de la llanura agobiante. 

  Después del puente se asciende de manera brusca hasta un antiguo castro abandonado donde giramos a la derecha para encontrar tras varios cruces la finca Val de la Rosa. El camino es ancho y cómodo. Esta parte del camino es agradable al transcurrir por un bosque de encinoas y matorral mediterráneo. Tras un giro a la derecha el paisaje vuelve a cambiar de repente, el encinar desaparece y el camino se allana. Hay múltiples cruces a izquierda y derecha por caminos parcelarios. 

  Francine no llevaba muy bien el pie y a unos 12 kilómetros en una revuelta del camino mis amigos se sentaron a descansar y reponerse un poquito. Yo me encontraba eufórico y continué, pero quedé con ellos en el albergue de Tábara. 

  Desde aquí el camino perfectamente señalado hace varias revueltas hasta que te mete en un valle amplio en el que se ve Faramontanos de Tábara.  

  En el centro del pueblo paré, el cansancio empezaba a aparecer. Diecinueve kilómetros no son ninguna tontería. Allí en el bar-tienda, junto a la iglesia y el ayuntamiento, me tomé un café y un hermoso bocata. Eran las 11 de la mañana y no tenía prisa, apenas quedaban 5 kilómetros, así que esperé a los franceses mientras charlaba con la propietaria del bar. Me comentó que en invierno son sólo unos poco pero que con la llegada del calor y las vacaciones escolares se llenaba de personas nacidas en el pueblo. 

  A las 12 reemprendimos la marcha y en poco más de una hora llegamos a Tábara. Este es un pueblo que se fundó a la sombra de un monasterio mozárabe denominado de San Salvador, este monasterio llegó a tener hasta 600 monjes de ambos sexos. También tiene una hermosa torre cuadrada del siglo XII. 

  Cuando llegamos el pueblo celebraba el Corpus y las calles estaban alfombradas por ramas de lavanda recogidas en los alrededores y una procesión tuvo lugar acompañada por los niños vestidos de primera comunión.  Una interesante tradición que se repite en muchísimos pueblos de España. 

  Después de contemplar la procesión nos dirigimos al albergue que se encuentra a las afueras del pueblo. Tiene esta villa un albergue nuevo y con unas  instalaciones muy limpias. Ya se había instalado un peregrino que había llegado a Santiago desde Roncesvalles y ahora se dirigía a Sevilla en sentido inverso. Impresionante debe ser hacer 1500 kilómetros en dos meses. Me da auténtica envidia no tener los días suficientes para realizar esa enorme travesía. Me comentó de las dificultades de ver el camino al revés, era mucho más fácil perderse pero siempre reencontraba las fechas amarillas. Se llamaba José Antonio y era un abogado catalán. Había emprendido la marcha como una liberación contra el estrés.  

  No comí ese día pues el bocata del pueblo anterior me había saturado y preferí hacer la colada y vaguear toda la tarde en la cama para recuperarme del esfuerzo. 

  La cena la realicé con los franceses en el restaurante junto a la gasolinera de las afueras del pueblo mientras que nos enterábamos de los resultados de los comicios europeos. Estábamos tan distantes de nuestros hogares que el resultado no nos interesó demasiado. 

  Este le puedo considerar un día de relax y tranquilidad, donde ha cambiado significativamente el paisaje. Los dos últimos días la llanura había sido mi acompañante pero hoy han aparecido pequeñas subidas y bajadas inconcebibles en los días previos. Desde aquí ya no volverán las llanuras y el paisaje, aunque duro, será mucho más variado y ameno. No faltarán todos los días subidas y bajadas.  

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha  .- 13 de junio del 2004.

  Pasos.- 35480.Kilómetros.- 24,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 13:30

  Tiempo andando.- 6 horas

Duodécima jornada: Villalpando – Granja de Moreruela (12-6-2004)

Duodécima jornada: Villalpando – Granja de Moreruela (12-6-2004)

   Dormí profundamente y me sentía bastante descansado. Tras asearme salí a la calle donde me dirigí hacia la gasolinera que por un camino que sale ahí mismo se dirige a un puente que atraviesa la A-6 a unos quinientos metros. La carretera desaparece y comienza un camino que hay que seguir durante media hora larga. No hay pérdida pues el camino va paralelo al río Valderaduey y no hay ningún desvío. 

  Cuando llegamos a un cruce de caminos debemos tomar él de la derecha que nos lleva a un pequeño puente sobre el río y ya todo seguido hasta Tapies. 

  Llegue sobre las 8 y media, todo estaba cerrado y sólo a una señora que estaba barriendo la puerta de su casa pude preguntarla por las bodega subterráneas. Esta no sabía pero llamó a su hijo, que estaba durmiendo, para que me guiara. El preguntar por las lagunas de Villafáfila ayudó mucho. El muchacho no sabía muy bien indicarme pero si me dirigió hacia las bodegas enterradas en el suelo. La señora me preguntó por el camino y me ofreció un vaso de leche que con mil amores me tomé. 

  Los campos seguían siendo llanos y las distancias parecían infinitas. Solamente a mi derecha podía distinguir una carretera que llevaba a Villafáfila, pensaba que si en algún momento tenía problemas me dirigiría a ella. 

  Poco a poco llegue a un punto que desaparece totalmente el camino, pero sabía que continuando recto campo a través en doscientos metros volvería a aparecer. Ya era posible ver los humedales y multitud de pájaros sobrevolando la zona. Aunque continué recto no había manera de ver por donde seguía. Las hierbas estaban muy crecidas y era muy difícil saber por donde aparecería de nuevo el camino. 

  Fue un rato de intranquilidad pero como podía ver en la distancia Villafáfila y la carretera no me preocupé demasiado, así que continué, comiéndome todas las zarzas del mundo, hasta que encontré un camino y lo seguí. Este camino me permitió llegar hasta el centro de interpretación de las lagunas donde un guarda me orientó hacia el pueblo abandonado de los Huertos. Pude con unos prismáticos ver las aves sobre las lagunas. Es impresionante la cantidad de aves que utilizan estos humedales para beber. 

  Desde este punto seguí  por el camino de la derecha cuando se llegue a los palomares y luego todo recto hasta Villamarín de Campos. 

  A este pueblo llegue sobre la una y media con muchísima sed y agobiado por el calor reinante. Para mi alegría había un bar abierto, el primero de las dos últimas etapas. Tomé una deliciosa coca y casi un litro de agua. Este  pueblo es muy curioso pues tiene un monumento enorme de un toro bravo en la mitad de la plaza junto a una fuente de agua buenísima. 

  Pregunté por la carretera que lleva a Villafáfila y me guiaron sin ningún problema. Cuando se llega a él hay un cruce con una gasolinera. Hay que seguir de frente por una carretera en ascenso que en cuestión kilómetro y medio tiene un camino agrícola a la izquierda. Siguiendo por él en tres cuartos de hora se llega al ferrocarril que es atravesado por un puente. Media hora después me encontré entrando en Granja de Moreruela destino de la etapa de hoy. 

  Me dirigí directamente al bar Cle-bis (en la carretera) donde la guía me marcaba que entregaban la llave del albergue y sellaban la credencial. Un poco antes de llegar pude volver a ver una flecha amarilla que me lleno de alegría después de dos días sin verlas. 

  La llaves ya las habían entregado a otros peregrinos, cosa que me alegró, iba a poder convivir con alguien más. El albergue es la casa de Cultura, estaba abierto aunque no había nadie dentro. Lo visité y vi que se componía de un recibidor grande con un colchón de matrimonio en el suelo, una habitación con literas apelotonadas y de un cuarto de baño con ducha. Todo ello bastante sucio, pero suficiente para pasar la noche. Tome posesión del colchón del recibidor al ver que ya había gente en la habitación. Me di una ducha reparadora con un hilito de agua fría, me tendría que conformar. 

  Cuando salí me encontré con un matrimonio francés de cincuenta y tantos años que hablaban bastante bien el español. Se llamaban Francine y Claude. Me estuvieron contando que ellos eran también repetidores del camino. Ellos hacían la Vía de la Plata desde Sevilla pero lo iban haciendo por etapas. Esta vez habían empezado en Zamora, pero habían tenido mala suerte en la primera etapa, a ella le habían salido ampollas e iban muy despacio. Estaban tristes por sólo tener diez días y no poder hacer lo que tenían planeado, llegar hasta Ourense. Son muy agradables y para mi una novedad poder conversar con alguien con los mismo sentimientos. Es una pareja interesante, ella muy religiosa y él un poco más escéptico pero se adapta a lo que le dice ella.  

  Juntos fuimos a visitar una exposición sobre el Cister que había en las proximidades del albergue. Me pareció tremendamente interesante pues me unía más al espíritu del Camino. Como era sábado asistimos a Misa y de allí fuimos a cenar a un bar que está en la parte superior del pueblo, después de ver la salida del pueblo para el día siguiente. 

  A las 10 ya estábamos en el albergue dispuestos a dormir. 

  Esta etapa a supuesto el llegar al segundo gran hito de mi ruta, pisar la vía de la plata que me llevará directamente hasta mi objetivo. Estoy contento y fuerte. El destino cada día lo tengo más cercano y me veo con fuerzas para conseguirlo.   

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha  .- 12 de junio del 2004.

  Pasos.- 42857.Kilómetros.- 30 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 16:45

  Tiempo andando.- 8 horas