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Camino de Santiago desde Madrid

Undécima jornada: Medina de Rioseco - Villalpando (11-6-2004)

Undécima jornada: Medina de Rioseco - Villalpando (11-6-2004)

  Me suena el despertador y me siento agotado por la etapa durísima de ayer, pero en seguida mi cabeza recuerda lo que hoy me espera. Un nuevo trayecto donde la aventura se incrementa por la ausencia de flechas que me guíen. Tengo en mi posesión unas fotocopias de mapas del Instituto Geográfico, que unen Medina de Rioseco con Granja de Moreruela. Me he estudiado en profundidad los mismos y he visto que es totalmente posible hacer el recorrido por caminos carreteros. Las referencias no son excesivas pero suficientes para que no haya pérdidas notables, solo en una ocasión tuve problemas pero se superó con muy poco de esfuerzo. 

  Con los nervios a flor de piel salí del hostal hacia la ermita de Nuestra Sra. Casaviejo. En este trozo encontré a un señor que paseaba todos los días hasta la ermita para solucionar sus problemas de colesterol y azúcar. No conocía el recorrido que debía seguir pero si conocía como llegar hasta la ermita. Se maravillo de que alguien saliendo desde Madrid pudiera llegar hasta Santiago. 

  Por el camino que lleva a la ermita se pasa un tendido de alta tensión y a un kilómetro sale un camino a la derecha que hay que continuar. Se debe seguir derecho hasta la bifurcación  siguiente a la izquierda, se encuentra aproximadamente a kilómetro y medio del anterior. Desde este punto no hay que abandonar el camino hasta Morales de Campos que se encuentra a unos 12 kilómetros de Medina. Un poco después del desvío se encuentra otro tendido de alta tensión que hay que cruzar. 

  Este recorrido es totalmente solitario y las referencias muy pocas. Todo son campos de cereal, muy pocos árboles y muchos kilómetros de visión. La llanura es similar a la que se encuentra en el recorrido del Camino Francés entre Carrión de los Condes y Calzadilla de Cueza. Aquí no hay tanta distancia entre los pueblos pero estos no tienen ningún tipo de servicio. Con mis pensamientos puesto en la lejanía, mi ánimo se fue templando según fui siendo consciente de lo fácil que era seguir el mapa y los hitos se iban presentando. 

  A Morales de Campos llegue sobre las 10 de la mañana, todavía el calor no era notable pero amenazaba un día duro. Este pueblo apenas tiene 200 habitantes y ninguna tienda abierta. Parece que hay un bar pero lo abren por la tarde. Eso si, tienen una casa rural que en caso de necesidad puede servir de reposo (Casa Bolas). Con estas noticias decidí continuar la marcha a Cabreros del Monte que se encuentra a unos 9 kilómetros del anterior. Se sale por el camino del Cementerio. 

  Este camino se sigue recto atravesando al poco rato otro tendido eléctrico. A unos cinco kilómetros nos encontramos una bifurcación peculiar de cinco caminos, tenemos que tomar el segundo contando desde la derecha y ya todo seguido continuar hasta el pueblo. El calor se empezaba a incrementar y se hacia necesario rehidratarse. 

  Notaba el sol en la espalda y estaba deseando llegar a destino para descansar un rato. Este pueblo todavía es más pequeño que el anterior, apenas supera las 100 personas y los servicios que tiene son casi nulos. Cuando llegue a él necesitaba descansar y aproveche un soportal para soltar la mochila y para colocar las piernas en alto. Es necesario para esta etapa ser previsor y comprar algo de comer y llevar suficiente agua.  

  Después de descansar durante media hora, en la que no pude ver a ninguna persona, me puse en marcha. Vi a un grupo de abuelos a la sombra charlando del campo y fue la ocasión para preguntar por el camino que llevaba a Quintanilla del Monte por el Teso de la Maya. Esto último fue una pista fundamental, uno de ellos tenía alguna tierra en la zona y me acompañó hasta la salida del pueblo. Confiando a que el abuelo no se hubiera equivocado y sabiendo que este tramo no tenía ninguna desviación seguí observando los campos llenos de cereal, ya a estas alturas bastante seco y soñando con las olas que generaba la ligera brisa. El sol era aplastante. En este tramo se sale de la provincia de Valladolid y se entra en la de Zamora, concretamente un poquito antes del Teso de la Maya. 

  Siete kilómetros después se llega a Quintanilla del Monte. Se halla situada en una pequeña colina, próximo al río Valderaduey que significa la otra corriente, el otro río. Apenas tiene 150 habitantes. Cuando llegue vi un pueblo solitario y sólo en el centro vi un par de abuelos que estaban charlando antes de ir a comer. Les pregunté si había algún bar, me dijeron que abrían a las 3 para echar la partida. Me senté a la sombra un momento para recuperar. Llene la botella de agua en una fuente. Poco más adelante encontré un pastor que me dirigió a un camino que llevaba directamente a Villalpando tras cinco kilómetros de solanera cruel. Este camino cuando se aproxima a Villapando se convierte en una carretera que estaban asfaltando para una nueva urbanización. 

  A las 3 y media llegaba al pueblo y me fui directamente a un hostal de carretera para poder realizar la primera comida del día. Este hostal está enfrente a una gasolinera y muy cerca de la A-6. La habitación era suficiente para mi y la siesta fue inevitable después de las dos últimas etapas. 

  Por la tarde visité el arco de Santiago y el monasterio de las Clarisas, pero el paseo fue muy leve, llevaba acumulado el cansancio del día anterior y las fuerzas no estaban para muchos lujos. Además sabía que mañana tendría otra etapa donde el calor me fustigaría y debía recuperarme el esfuerzo.  

  Este día encontré preciosos campos de amapolas que llenan de color el campo y dan alegría al ánimo del paseante. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha  .- 11 de junio del 2004.

  Pasos.- 45714.Kilómetros.- 32 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 15:45

  Tiempo andando.- 8 horas

Decima jornada: Simancas – Medina de Rioseco (10-6-2004)

Decima jornada: Simancas – Medina de Rioseco (10-6-2004)

   Después de una noche tranquila y reparadora, el despertador sonó a las 6 y media. Era todavía de noche cuando volví a recorrer las calles de Simancas. Pasé la carretera nacional por un puente y desde un montículo observé la llanura y la ciudad mientras amanecía. Magnífica estampa castellana. 

  Por un camino agrícola rodeado de terrenos de cereal fui haciendo camino hasta después de una hora y media llegue a Cigüeñuela. Puedo rememorar que al lado de un riachuelo hay una ermita de piedra con un merendero tapado en el que es posible descansar un rato. 

  En este recorrido ondulado y de agradable paseo se pueden empezar a ver campo enteros de amapolas que crean un paisaje idílico en las primeras horas de la mañana. 

  Continué la marcha hasta Wamba entre campos bastante áridos donde empecé a echar en falta los pinares de los días anteriores. El camino se estrecha cerca de Peñaflor siendo necesario descender por un pedregoso valle excavado por el río Hornija. 

  En la entrada al pueblo vi que estaban de fiesta, jueves de Corpus Cristi. Todos los hombres iban con traje y con sombrero. Me recordaban el sombrero de mi abuelo, debe ser una tradición. También los niños estaban vestidos de comunión. Mi presencia causaba extrañeza y miradas sorpresivas.  

  El monumento más representativo es la Iglesia de Santa María de la O con estilo visigodo siglo X con una nave románica del siglo XII. 

  Hacia bastante calor y era medio día, así que me dirigí al bar del pueblo, donde me rehidraté, cerveza con limón. Pregunté si había algún tipo de acogimiento en el pueblo, por que pensaba que podía ser toda una experiencia ver una fiesta popular. Me dijeron que el pueblo no tenía ningún tipo de alojamiento, por ello a la una reemprendí el camino.  

  El calor era agobiante. Baje una dura cuesta hasta el río Hornija. Crucé el río y como dice la guía seguí por la carretera buscando un camino que me dirigiera a Castromonte. Busque y busque una flecha, pero no la encontré, así que continué por la carretera con un calor asfixiante. Cuando llevaba 3 kilómetros me di por perdido, así que decidí preguntar al primer coche que pasara. Pasaron 20 minutos antes que llegara el primer vehículo. Le paré y me dijo que montara. Le dije que no, que lo que quería era información de cómo llegar a Castromonte. Muy amablemente me indicó el recorrido por carretera, tres kilómetros más por la que llevaba y luego 6 más por una que aparecía a la derecha. También me dijo que cuando llegará al pueblo preguntara por le alguacil que me estaría esperando para darme alojamiento. Le di las gracias y no le aseguré que me quedara, pues según las fuerzas así haría.  

  Continué con un calor que por momento se hacía insoportable. Los pies recocidos por el asfalto. El litro de agua iba acabándose cuando llegue al desvío, ya llevaba dos horas desde Peñaflor. Debajo de una encina paré a respirar un poco y a mojar un poco el pañuelo de cuello para que me refrescara. Esta nueva carretera tenía un poco más de tráfico, pero entre coche y coche era fácil que pasaran 5 minutos. Tiene unas largas rectas que me costaron otro par de horas en recorrerlas.  

  Como anécdota, ya muy cerca de Castromonte vi a dos agricultores y me acerque a ellos por si me podían dar algo de agua, iba totalmente seco. Me dijeron que apenas quedaba un kilómetro para la fuente del pueblo y me dieron ánimos para continuar, me ofrecieron un buen trago de una bota de vino que me supo a gloria. Uno de ellos al saber de mi recorrido dijo que en unos días marcharía también a Santiago en una excursión y que lo mismo coincidiríamos allí. 

  Seguí la marcha y en el centro del pueblo encontré la fuente maravillosa que aproveche para beber y darme un baño reparador. Después de saciada la sed entre en un bar donde pregunté por el alguacil que estaba tomando café. Me dijo que la persona que había preguntado era el alcalde del pueblo y que le había dado aviso de que me mostrará el centro cultural, donde tenían habilitada una habitación para peregrinos. Me llevó a ella y me la enseñó. Una habitación de madera con un puñado de sillas pero ningún tipo de colchón, y con un baño con sólo lavabo. Ante esta perspectiva de dormir en el suelo sin ninguna esterilla le di las gracias y le pedí que se las hiciera extensible al alcalde pero que prefería continuar a Medina de Rioseco. 

  Así a las 5 de la tarde con un sol terrible sobre mi cabeza reemprendí la marcha. Quedaban tres horas y mi cansancio era considerable. El recorrido era ondulado pero con resignación y sin pensar demasiado en el cansancio fui recorriendo el camino. 

  Llegue a las 8 y cuarto a Medina y lo primero que hice fue ir a la Iglesia de Santiago.El párroco me recibió en su despacho. Me realizó un auténtico interrogatorio y me ofreció hospedarme en el monasterio de Santa Clara, cosa que rechace pues después de una etapa de 44 kilómetros necesitaba algo más cómodo. 

  Busque un hostal y me sumergí en la bañera durante más de media hora para recuperarme del cansancio. Medina de Rioseco es capital natural de la vieja Tierra de Campos. El río Sequillo, unas veces paridor de inundaciones y otras -las más- apenas un hilo de agua, atraviesa parte de la ciudad más moderna. 

  Sin apenas ganas me dirigí a cenar bajo unos soportales. Tome un espléndido chuletón que me había ganado en este día. Además tenía que celebrar que había cubierto la primera parte de mi andadura. Esto no significa que voy a dejar la ruta sino que voy a dejar el camino de Madrid para andar durante dos días sin ruta marcada para llegar a la Vía de la Plata a la altura de Granja de Moreruela y desde allí marchar hasta Santiago. 

  Esa noche antes de dormir me tomé una aspirina para que aliviara los dolores de las piernas y los píes, esta ha sido la etapa más dura que he realizado hasta ahora.  

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha  .- 10 de junio del 2004.

  Pasos.- 62857.Kilómetros.- 44 kms.

  Hora de salida.- 7:00.Hora de llegada.- 20:15

  Tiempo andando.- 12 horas 

   Este camino de Madrid me ha parecido precioso y sorprendente. Nunca hubiera imaginado que por las tierras de Segovia hubiera tanto pinar, esperaba un recorrido mucho más árido y agobiante. Es un placer poder estar en la primera hora de la mañana en estas magníficas tierras.


 

Novena jornada: Alcazarén - Simancas. (9-6-2004)

Novena jornada: Alcazarén - Simancas. (9-6-2004)

    Me despertaron los ruidos de las cigüeñas en el tejado, estaba amaneciendo. Dormir en la sacristía de una iglesia es una sensación única y puedo decir que dormí como un lirón. Recogí la mochila y me preparé para una nueva etapa. A primera hora de la mañana me siento con las fuerza intactas y renovadas las ganas de llegar hasta Santiago por este Camino solitario pero revitalizador de voluntades. Este recorrido es un retiro de nuestros problemas diarios, estos dejan de existir y sólo debe preocupar el estar atento a todas las cosas que nos traerá el día. 

  Con mi mochila recorrí toda la iglesia despidiéndome de un lugar magnífico y único. Lleve la llave al buzón del ayuntamiento y reemprendí la marcha. Me esperaban 16 kilómetros sin ningún pueblo. 

  A la media hora de empezar se llega a la finca Brazuelas donde se encuentra el primer cruceiro de esta ruta. Aquí se ha preparado un espacio peregrino con un cruceiro, un magnífico roble y un banco sobre unos jardines. Un lugar que alegra el corazón del peregrino.  

  El río Eresma se encuentra a la izquierda de nuestro camino que va a parar a una carretera comarcal. Pasado un puente y girando a la izquierda en poco tiempo empezamos a dislumbrar una ermita, Siete Iglesias. Siguiendo con nuestro camino atravesamos también el río Adaja el cual lo atravieso por un puente. Al rato llego a un pequeño pinar que se cruza entero. A la salida podemos ya ver Valdestillas, aunque tardé otra hora larga en llegar.  

  En este pueblo realice una parada para almorzar, llevaba casi cuatro horas andando y el cansancio empezaba a aparecer. El paso por este pueblo es por la calle principal, en el hay toda clase de servicios para el peregrino.  Al final del pueblo se llega a la estación de ferrocarril y tras pasar las vías, por un puente, nos meteremos en otro pinar. 

  Esta es una etapa de grandes soledades, está dividida en dos espacios de 16 y 9 kilómetros sin pueblos que nos acojan. Los últimos tres kilómetros se hacen pegados a una carretera de bastante tráfico. Añadiré que el calor arreciaba y el cansancio me atenazaba, cuando llegue a Puente Duero, estaba auténticamente agotado. Así que me metí en un restaurante junto a la carretera. Estaba lleno de trabajadores, todos me miraron con extrañeza por mi pinta. Sorprendía tanto mi mochila como la vieira que llevaba colgada. Allí permanecí de las 2 a las 4 de la tarde para recuperarme del ejercicio y rehidratarme.  

  Puente Duero es una barriada industrial de la ciudad de Valladolid, que tiene como hecho más destacado el puente que atraviesa ese gran río. Nada más pasar el puente hay que coger a la izquierda paralelos al río, con multitud de huertas a uno y otro lado. Poco después se llega al enésimo pinar que nos llevará hasta el puente sobre el río Pisuerga. Tras él una importante subida lleva hasta el centro de Simancas. Yo continué hasta la parte  buscando la Oficina de Turismo para que me orientaran de un lugar para dormir. Allí me atendió una muchacha muy agradable que me dirigió a una pensión en el centro y muy cerca del castillo. 

   Esta pensión estaba en una segunda planta en unas calles muy típicas y estrechas. La cama era grande y con sábanas. Esta noche dormiría como un príncipe. La casa era antigua y tenía cocina y saloncito para los residentes. Los dueños vivían en la planta de abajo y ese día no tenían más clientes, así que la casa era entera para mi. No dude un minuto y me di una magnífica ducha con abundante agua caliente. ¡Qué placer después de 31 kilómetros!. Eran la seis y media y me lancé con mis chanclas a conocer este gran pueblo. Dirigí hacia el extraordinario Castillo. 

  No puede entrar, las visitas están limitadas y la hora era inadecuada, pero un abuelo sentado en unos jardines me contó que fue construido en el siglo XV por el Almirante de Castilla Don Fadrique Enríquez donde antes había existido otro más antiguo que controlaba la invasión musulmana, aunque a lo largo del tiempo fue cambiando de manos. En el siglo XVI se decidió ubicar en el castillo el Archivo General del Reino, uso que todavía tiene actualmente. En determinados momentos también fue usado como prisión del Estado.  

  Muchas veces es conveniente que el peregrino establezca relación con los lugareños para que nos proporcionen informaciones de los sitios que pasamos. Su amabilidad fue tal que hasta me invitó a tomar una cerveza en la plaza, donde se encuentra la Oficina de Información. 

  Después de esta amena charla di una vuelta por las callejas topando con un restaurante que me pareció ideal para cenar, cosa que hice espléndidamente, para después continuar hasta las 10 de las noches visitando y observando las vistas de esta ciudad sobre el río Pisuerga que se han grabado como un grato recuerdo. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha  .- 9 de junio del 2004.

  Pasos.- 44285.Kilómetros.- 31 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 18:00.

  Tiempo andando.- 8:00 horas

Octava jornada: Coca - Alcazarén. (8-6-2004)

Octava jornada: Coca - Alcazarén. (8-6-2004)

   Después de una noche en la antigua casa de los maestros de Coca amanecí en este gran albergue destartalado, con una cierta alegría de que volviera pronto el día. A las 7 de la mañana salía dejando la puerta atrancada y en el mismo “orden” como me lo había encontrado. 

  Con la mochila me dirigí hacia el castillo y desde allí por unas calles a esas horas desiertas hacia la torre de San Nicolás y del Cementerio. Después de una bajada para salvar el río y de una subida fuerte, el camino se mete en otro pinar maravilloso. La mañana era fresquita en esos momento, luego el calor sería considerable. Poco a poco y respirando profundamente el aire matutino se llega en 7 kilómetros a Villeguillo. 

  Por un camino carretero que nos mete entre pinos recorremos durante quince kilómetros el final de la provincia de Segovia y el principio de Valladolid. En este recorrido se atraviesa un par de granjas avícolas instaladas en medio de los pinares. Este tramo tiene 18 kilómetros sin ningún pueblo y sin ningún servicio para el caminante. En el mismo se pasan unas cuatro horas, en las que las ensoñaciones y las fantasías se hacen presente. En estos momentos me siento feliz en medio de la naturaleza. Siempre hay algo en lo que fijarse y paz interior reina en mi espíritu. 

  En otros caminos aunque hay recorridos de longitud similar sin pueblos se diferencian de este por la soledad. En esta etapa no converse con nadie desde las 7 de la mañana. A las 2 de la tarde que llegue a Alcazarén. No se puede decir que es una etapa larga pero si crea una gran sensación de aislamiento y soledad. Yo cuando camino estos tramos hay muchos momentos en los que la cabeza se olvida del camino y rememora sus recuerdos y andanzas. En la vida diaria nos es imposible repasar las cosas al no tener tiempo de suficiente aislamiento.  

  A las dos de la tarde llegue y me dirigí directamente al ayuntamiento donde sabía que me estaban esperando para darme alojamiento. La sorpresa fue mayúscula cuando me dan una llave enorme de la ermita del Cristo del Humilladero. También me indican que por la mañana meta las llaves en el buzón del ayuntamiento. Sorprendido me dirijo hacia la ermita atravesando otras dos Iglesias importantes, una la de Santiago, cerrada por problemas con el tejado y la de San Pedro (románico-mudéjar) que está en ruinas. Cuando llego a la ermita observo que es del siglo XVIII y que está tomada en su tejado por las cigüeñas. Abro la puerta como puedo y camino por una ermita enorme, del tamaño de muchas iglesias. Me dirijo a través del altar a la sacristía donde en efecto encuentro dos literas nuevas al lado de un gran mueble que utiliza el sacerdote para prepararse para la Misa. También tiene dos cuartos de baños, hombres y mujeres. Directamente y sin dudarlo me meto una reconfortante ducha en un entorno que jamás se me hubiera ocurrido. 

   Después de asearme me dirigí al único restaurante que había visto en el recorrido por el pueblo. Allí me atendió con gran amabilidad los dueños. Son amigos del camino y tienen incluso un libro donde obligan a escribir a todos los que pasan por allí. El último peregrino había pasado hacía 10 días y en lo que iba de año habían escrito 12 personas. 

  Una vez comido, en un pueblo como este no había otra cosa que hacer que la siesta, cosa que cumplí a la perfección. Los colchones eran nuevos y había mantas para taparse. 

   A las siete de la tarde me desperté no teniendo muy claro el lugar donde me encontraba. Me sorprendí mirando a un santo que había en medio de la sacristía y yo en calzoncillos. Nunca me hubiera imaginado estar en ropa interior en una iglesia que iba a ser por una noche mi residencia. 

   Salí a dar una vuelta por el pueblo para observar con detenimiento las dos iglesias del pueblo y las calles del mismo. Son maravillosos los restos de la iglesia de San Pedro, el ábside en ladrillo es de una gran belleza. También aproveché para comprar un sombrero de paja que fuera más fresco que mi gorra. En las etapas posteriores fue un gran alivio. Los agujeros del sombrero dejan respirar la cabeza mejor que la gorra. 

   Después de la visita me dirigí al restaurante donde había comido para realizar la cena y poder charlar un rato. 

  A las 9 y media estaba de nuevo en mi ermita-albergue preparándome para dormir. Cosa que no me costó demasiado.  A media noche me desperté y tuve que recurrir a unas cerillas y a un cirio para ir al baño. 

   Los números del día son los siguientes: 

   Fecha  .- 8 de junio del 2004.

   Pasos.- 35714.Kilómetros.-   25 kms.

   Hora de salida.- 7:00.

   Hora de llegada.- 14:30.

  Tiempo andando.- 7:30 horas ...

Septima jornada: Santa María la Real de Nieva - Coca. (7-6-2004)

Septima jornada: Santa María la Real de Nieva - Coca. (7-6-2004)

 Septima jornada: Santa María la Real de Nieva - Coca. (7-6-2004)

Me levante temprano y antes que saliera el sol ya estaba andando por el arcén de la carretera para llegar a Santa María la Real de Nieva. Cuando llegue visité el monasterio por su exterior y por el claustro, que estaba abierto. La iglesia de Santa María la Real de Nieva fue mandada construir por el rey Enrique III de Castilla y por su esposa Catalina de Lancaster en la transición de los siglos XIV al XV. Los capiteles románicos del claustro contienen una sorprendente iconografía ilustrativa de la vida rural de la época: labradores de azada y arado romano, leñadores, pero también cabezas de cuyas bocas surgen sarmientos hojas, piñas, o leones y centauros. Es un magnífico monumento que entremezcla el románico y el gótico.  

Tras salir de Santa María y por un camino paralelo a la carretera se llega en poco tiempo al pueblo de Nieva. Este es mucho más moderno que el anterior y de mayor población. El camino lleva por el centro del pueblo. Al salir del pueblo se coge enseguida un camino que nos lleva a unos pinares que recorreremos durante 10 kms. Allí entre sombras y por un suelo arenoso, que permite andar sin dificultad se va avanzando. Estos pinares son resineros y te hacen sentir aislado del mundanal ruido. Es posible oír pájaros carpintero y a cucos que te envuelven en su música maravillosa. Este paseo entre pinares es aconsejable realizarlo a primera hora de la mañana pues el frescor matutino te hace respirar con profundidad. El camino está perfectamente marcado y los desvíos señalizados adecuadamente. Cuando no encontraba flecha seguía recto y al poco rato volvía a recuperarlas. Hay que mirar en los elementos más estables del pinar, como las rocas que sobresalen. 

Un par de kilómetros antes de entrar en Nava de la Asunción el pinar se convierte en un camino agrícola rodeado de huertas. Es posible distinguir en las proximidades diversas industrias. 

Cuando llegue ya llevaba algo más de tres horas de paseo y mis piernas empezaban a necesitar un breve descanso. Entre en un bar a almorzar y a descansar durante un rato. Era lunes y la gente caminaba con bolsas de la compra mirándome como un bicho raro. Es un pueblo activo y él más grande desde que salí de Segovia. A la salida nos espera otro pinar que poco a poco nos lleva hasta el Cañón del río Eresma, siempre por la parte alta voy llegando a Coca. Antes de llegar pude disfrutar de una granja de avestruces. 

Ya en Coca mi destino fue el ayuntamiento pues según la guía había un albergue. Allí me atendió de forma magnífica una funcionaria que se interesó por el recorrido y tuvo la amabilidad de llamar a los pueblos de Alcazarén, Puente Duero y Simancas para preguntar si había algún tipo de acogimiento para peregrinos. 

La funcionaria me proporcionó información de como se llegaba a la antigua casa de maestros. Me sello la credencial pero no anotó ninguno de mis datos, la confianza es increíble. 

La casa es un adosado al lado de la carretera con dos plantas. La puerta está atrancada y no necesita llave. En el suelo había dos colchones con bastantes batallas a sus espaldas y en la parte superior una cama de hierro que cuando te sentabas se hundía y chirriaba. El mobiliario era bastante escaso y las paredes estaban forradas de papel roñoso y andrajoso. El aspecto era bastante tétrico. No estaba demasiado limpio pero suficiente para pasar una noche. La ducha tenía agua caliente pero sólo tenía un chorrito de agua. Se notaba que en aquel albergue pocos peregrinos dormían. La funcionaria me dijo que en lo que iba de año sólo 3 personas habían pasado allí la noche. En la planta superior solté la mochila y me aseé para dar cuenta de una suculenta comida que me había ganado sobradamente. 

Después de comer volví a pasear e intentar descubrir las peculiaridades de este pueblo. Lo primero que sorprende son las murallas de origen romano, que fueron reformadas en época medieval. Dentro de está se puede ver la Puerta de la Villa. Están rodeadas por unos magníficos jardines donde se pueden ver tres esculturas prerromanas zoomorfas. Siguiendo las murallas se llega al monumento más representativo de este pueblo, el castillo de estilo mudéjar. Fue mandado construir por D. Alonso de Fonseca tras obtener permiso del rey Juan II de Castilla en el año 1.453. El castillo muy reformado está construido en ladrillo y en su interior se encuentra una escuela de oficios. La imagen exterior del castillo es de una extrema belleza. A diferencia de los castillos cristianos, de muros lisos, sillares regulares y monocromos, con un valor exclusivamente defensivo, aquí podemos admirar el triunfo de la fantasía, de la imaginación y del ensueño. La visita me permitió pasear por las estancias y por las torres del mismo. Se podían divisar los bosques que rodean la ciudad. 

En los jardines dormí un rato la siesta rememorando los avatares que pudieron desarrollarse en ese castillo medieval. Después de la visita turística fui a buscar la salida para que no hubiera problemas al día siguiente. 

Más tarde había llegado el momento de tomar unas cervezas por el centro del pueblo y de cenar algo volvía a la casa de maestros. Parecía un lugar tétrico por lo desangelado y destartalado. Tampoco la iluminación ayudaba, las bombillas eran antiguas y apenas daban luz. Deje entreabierta la contraventana de la habitación superior para que entrará luz de la farola de la calle, por si tenía que levantarme a mitad de la noche. Extendí el saco de dormir y un poco acongojado me dispuse a pasar la noche. 

El cansancio enseguida me derrumbó y dormí ocho horas seguidas. Tengo que dar las gracias por la acogida y por la confianza mostrada. Etapa entre pinares y en soledad. Mucho tiempo para reflexionar alejado de los problemas diarios, sin que nadie te interrumpa tus pensamientos. Es necesario tener la cabeza bien amueblada para aguantar en determinados momentos las sensaciones de la soledad. Para mí fue un placer notar la soledad a mi lado para poder meditar sobre mi realidad. 

Los números del día son los siguientes: -        

Fecha  .- 7 de junio del 2004.-        

Pasos.- 34400.-        

Kilómetros.- 22 kms.-        

Hora de salida.- 6:30.-        

Hora de llegada.- 13:30.-        

Tiempo andando.- 6:00 horas

Sexta jornada: Segovia – Santa María la Real de Nieva. (6-6-2004)

Sexta jornada: Segovia – Santa María la Real de Nieva. (6-6-2004)

 Sexta jornada: Segovia – Santa María la Real de Nieva. (6-6-2004)

Me levante a las 6:30 de la mañana y a las 7 ya estaba en marcha. Salí del hotel y pegado a la Catedral llegue hasta el Alcázar para enseguida emprender la bajada hasta la Iglesia de la Vera Cruz. Las calles estaban solitarias a esas horas, era domingo y la gente descansaba. El aire fresco de la mañana me terminó de despertar. Al poco de pasar la Vera Cruz se emprende una subida de apenas 1 km que nos lleva hasta Zamarramala donde volví la vista atras junto a la ermita de San Roque, para ver un paisaje fantástico de la ciudad de Segovia. En este lugar hay una placa que dice: “No conozco a nadie que habiéndose acercado a este lugar no haya sido conquistado por esta vista sorprendente”. (Robert Gillon). Estoy plenamente conforme con la apreciación. 

Zamarramala es conocido por sus fiestas de Santa Águeda. Todo comenzó en el año 1227, durante el reinado de Alfonso VI, cuando los moros ocupaban El Alcazar de Segovia. Las zamarriegas entretenían a los moros con sus bailes frente al Alcázar, desde Zamarramala, mientras sus maridos los desarmaban y reconquistaban la fortaleza. Durante este día las mujeres son las que mandan en el pueblo.

 Poco a poco y por caminos rodeados de cereal se llega en apenas una hora el pueblo de Valseca. En este pueblo se puede apreciar la iglesia de la Asunción construida entre 1747 de estilo barroco, está en posesión de numerosos retablos de diversos siglos, con algún vestigio de la antigua iglesia románica que se situaba donde se encuentra la actual.  

En todo este recorrido muchas veces he mirado para un lado y para otro buscando compañía y no había nadie. ¡Qué diferencia con los caminos históricos!. En este es posible pasear todo un santo día y no ver un solo peregrino. 

Otra hora después me llevó la ruta hasta Los Huertos, pequeño pueblo de apenas 100 habitantes y con muy pocos servicios para el peregrino. Se sale por una pequeña carretera que en pocos metros nos mete en un sendero que lleva hasta los restos de un antiguo ferrocarril que ha sido desmantelado, pero han dejado las piedras. Por encima de las piedras durante un kilómetro se llega hasta una antigua estación. Este trozo es muy incómodo de andar pues no hay ninguna estabilidad. En la estación se aprovecha un puente para atravesar el río Eresma. Nada más atravesarlo hay que girar a la derecha y entre pinares muy arenosos se llega a Añe. 

Con cuatro horas y pico en las piernas empezaba a necesitar un descanso. Cuando llegue eran sobre las 12 del mediodía y la gente vestida de fiesta se acercaba a la misa del domingo. Yo con  pantalón corto y camiseta desentonaba un poco, pero aún así me dirigí a la Iglesia del pueblo para oír el oficio. La mochila la deje en la calle encima de un banco y me dirigí al interior que ya estaba lleno de gente. Me miraban con extrañeza pero ninguno se atrevía a decir nada. 

La misa supuso un descanso para mis cansadas piernas y me permitieron reemprender la marcha después de llenar de agua la botella. A la salida de la oración se me acercó un abuelete y me preguntó si pensaba quedarme a pasar la noche en el albergue. Esto me sorprendió pues que un pueblo de menos de 100 habitantes sea de los primeros en abrir un alojamiento de peregrinos me lleno de alegría y sorpresa. Con mucho agradecimiento le dije que todavía estaba fresco y era muy temprano para parar. 

A las dos de la tarde llegue a un pueblo todavía más pequeño que los anteriores, Pinilla de Ambroz, no conseguí ver a nadie por sus calles, aunque si hoy el ruido de los televisores. Frente a la iglesia hay un prado junto al río que aproveche para comer y dormir un rato la siesta.  

A las cuatro reemprendí el camino, el calor me agobiaba y el cansancio empezaba a aparecer. La entrada a Santa María la Real de Nieva se ha visto alterada por el AVE, teniendo que dar una pequeña vuelta pero al final por un puente se consigue llegar hasta la población. 

Cuando llegue a la plaza principal pregunte por un lugar donde dormir. Me indicaron un hostal en la carretera a unos dos kms. Esto me desmoralizó bastante, ya no podía con las botas. Así que en un bar de la plaza me bebí casi sin respirar una jarra con limón de medio litro y me senté en la terraza media hora reparadora. 

Con resignación tomé el borde izquierdo de la carretera hasta el hostal dichoso. Allí me dieron una habitación limpia con un baño sensacional. No lo dude y dentro me metí durante más de media hora.  

Se me olvidaba que cuando llegue al hostal estaba también llegando un peregrino en bicicleta, que había partido desde Cercedilla por la mañana. Quedé con él para cenar. Cuando llegue a ella estaba hambriento y la conversación fue amena con el bicigrino. Este tendría unos 67 años y había emprendido el camino como promesa después de haber superado una enfermedad de corazón. Pensaba llegar a Santiago en 10 días. El recorrido de hoy lo había realizado principalmente por carretera, cosa que le aconseje que no hiciera pues disfrutaría más y no correría los riesgos de la circulación. A las 10 de la noche marche a la cama pues tenía intención de levantarme temprano para evitar el calor de las horas centrales del día. 

Los números del día son los siguientes: -       

Fecha  .- 6 de junio del 2004.-       

 Pasos.- 48500.-       

 Kilómetros.- 34 kms.-       

 Hora de salida.- 6:30.-       

 Hora de llegada.- 18:00.

Tiempo total.- 13:30 horas.

Quinta jornada: Inicio del camino continuo. (5-6-2004)

Quinta jornada: Inicio del camino continuo. (5-6-2004)

 Quinta jornada: Inicio del camino continuo. (5-6-2004)

Hasta aquí el recorrido siempre había acabado volviendo a Madrid, pero desde aquí se dió continuidad al camino. La mochila sería mi compañera de viaje. Me levanté a las 6 de la mañana y después de cerrar la casa y repasar todo el equipaje, emprendí la marcha que me hará llegar a Santiago 21 días después.

Llegue a la estación de Atocha y fui hasta Cercedilla punto de inicio de este nuevo camino. Se que esta jornada es repetición de la Cuarta etapa, pero quería que el inicio se realizara desde la provincia de madrid. El recorrido ya le he contado en la anterior entrega pero puedo asegurar que las sensaciones fueron diferente, en este sabía que no había retorno y la mochila cargada me hacía soñar con lo que sería el caminar. 

El primer sello me lo pusieron en la estación de RENFE de Cercedilla y el Jefe de la estación me miró con extrañeza. No podía concebir que alguien le pidiera un sello para poner en una cartulina. Este es bastante feo pero para mi representaba el primero de un largo recorrido.

   Esta etapa repetida para mi representa muchísimo, pues une dos de mis aficiones, caminar por la montaña y el Camino de Santiago.

   La subida al Puerto de la Fuenfría representa la mayor altura de los caminos de Santiago (1790 metros) con un desnivel de 700 metros en menos de dos horas de paseo.

   Poco a poco fui caminando hacia el fondo del valle de la Fuenfría con paso firme y con los ojos mirando un paisaje harto conocido. Las tres fases de la subida con pequeños descansos fueron para mi un continuo pensar en mi vida y en las innumerables veces que lo había recorrido, aun así me parecía distinto. La perspectiva actual era diferente, no era montañero sino peregrino. Esto significa que lo importante es el destino y estar alerta a las expectativas que te da el Camino. Siempre te acechan inseguridades sobre las posibilidades físicas y psíquicas.

   Cuando llegue al puerto volví la vista atrás para despedirme de mi tierra. Rodeado de montañas emprendí la bajada por la calzada romana hasta la Fuente de la Reina donde paré a tomar el bocadillo.

   Durante todo el recorrido me cruce con montañeros que me miraban extrañados por mi mochila y la viera que llevaba colgada.

   En un punto de determinado de la bajada, junto a un bunker, aparece la ciudad de Segovia y la llanura castellana, parece inmensa y en los próximos días la iré atravesando paso a paso. Me parecía imposible que pudiera conseguirlo y me llenaba la cabeza de dudas.

   En la fuente de San Pedro volví a parar, era la 1 del mediodía y sabía que solamente me quedaban dos horas para llegar al final de la etapa. Desde aquí hasta Segovia apenas había sombras y el calor apretaba.

   Poco a poco y con un cierto cansancio, se notaba el peso de la mochila aunque apenas pesaba ocho quilos, fui llegando primero al puente que atraviesa las vías del AVE y después al túnel que atraviesa la circunvalación segoviana.

   A las 4 de la tarde llegue a la puerta de Madrid y poco después al Acueducto. En seguida me aposente en el hotel las Sirenas y tras una ducha reparadora me lance a recorrer esta histórica ciudad.

   Mis pasos me llevaron a la magnífica iglesia de la Vera Cruz. Esta depende de la Orden de Malta y es posible visitarla sin ningún precio para los peregrinos. Esta iglesia fue construida en el siglo XIII por la Orden del santo Sepulcro y su estructura rememora magníficamente las iglesias octogonales de Eunate y de Torres del Río. Dentro de ellas el peregrino siente una paz interior difícil de narrar. Se nota que la energía fluye por su muros.

   También visite la Catedral y el Alcázar. Por cierto las vistas desde este último nos muestran el paseo del día siguiente.

  Tras una cena en un restaurante del centro, marche a la cama para recuperar las energías perdidas y reponerlas para una etapa larga y desconocida.  

Cuarta jornada: Estación de Cercedilla Estación de Segovia

Cuarta jornada: Estación de Cercedilla Estación de Segovia

 Cuarta jornada: Estación de Cercedilla Estación de Segovia

El madrugón fue impresionante (6:00 horas), además la noche fue terrible pues la obsesión de la etapa me impidió dormir más de 5 horas. Enseguida me vestí y preparé los bártulos de la mochila. En la calle hacía fresco pero se aguantaba bien, eran las 6:20. Realicé mi primer kilómetro, que no cuenta en la marcha, hasta la estación. Debería incluir tanto este kilómetro inicial como el kilómetro de vuelta por la tarde, ambos son realizados por la misma persona y el mismo día. 

 

A las 6:35 llegué a la estación y lo primero que hice fue tomarme un café y un bollo Me cobraron 2,50 euros, una pasada de tres pueblos, cuando normalmente me cobran en cualquier bar 1,50, alguien tendría que tomar cartas en el asunto. A las 6:45 cogía el billete para Cercedilla y a las 7:05 subí al tren en la vía 2. El viaje lo realice soñoliento pero sin ninguna incidencia. Cuando amaneció se pudo ver la sierra con las nubes pegadas y el cielo despejado. En la estación de Atocha la temperatura era de 14 grados centígrados, en Chamartín era de 10 grados, en Collado Mediano bajó a 0 grados y en Cercedilla marcaba –1 grado. El fresco era notorio. 

 

A las 8:23 minutos llegaba a la estación de Cercedilla. En este punto me abrigué e inicialice el podómetro. Aunque había pensado subir por los puntos rojos decidí seguir la ruta marcada. Esta, pese a lo que dice la guía, va directa por la carretera de las Dehesas. Las flechas en la realidad siguen un ruta mucho más recta que la que dice la guía, que da una serie de revueltas por el pueblo totalmente incoherentes para alguien que va a estar siete horas andando. En esta carretera ha montado un arcén, primero adoquinado y después de tierra la mar de aparente para el peregrino. Al Centro de Información de la Fuenfría, dos kilómetros y pico desde la salida, llegué a las 9 horas y al bar Cirilo a las 9:15.  

 

El frío se hacía sentir pero yo iba sudando sin exceso, y prefería esto a quedarme helado. Estaba ilusionado pues recorría un camino conocido y sabía lo que podía esperar. Desde la estación hasta el Alto todo es subida, primero suavemente y después ya bastante brusca. En el camino siempre prefiero que las subidas estén al principio, para poderme relajar el resto del día. 

 

A las 9:25 llegué al puente de los Descalzos, primer puente romano del día. Se encuentra en plena calzada romana y marca el inicio del primer gran repecho que nos lleva al Albergue de Peñalara en la Pradera de los Corralillos. A este punto llegué a las 9:35. Son 10 minutos entre las piedras del camino romano que unía Titulcia con Simancas, que se correspondía con la vía XXIV del Itinerareo de Antonino, en este breve recorrido se nota que el Camino ha llegado a la montaña. Desde la pradera se continua de frente subiendo por la calzada, el camino es muy incómodo por la multitud de piedras sueltas, es aconsejable ir por el borde que tiene un sendero que las evita en gran parte del mismo. En veinte minutos más (9:55) llegué al segundo puente romano que marca un pequeño descanso en la  subida asfixiante. No significa que se llanee simplemente que la cuesta se civiliza y permite reposar durante unos momentos. De todas forma este descanso apenas dura trescientos metros, y después de una curva en subida a la izquierda el camino se vuelve otra vez en pendiente recia hasta el mismo puerto. A las 10:15 conseguí llegar al punto más alto del recorrido (1796 metros). Desde este lugar se observan las dos vertientes de la sierra de Guadarrama. Este puerto está entre el Cerro Minguete y el Cerro Ventoso. El paisaje es impresionante. A mí me parecía todavía más al alcanzar un lugar muy conocido y ser el inicio de la parte desconocida del recorrido. El Alto también es el límite entre las provincias de Madrid y Segovia y por lo tanto el primer gran hito en el Camino de Santiago de Madrid. 

En el Centro de Información una de las veces que miré hacia atrás ví a un caminante a unos cien metros, este subió por la carretera del Hospital de la Fuenfría y llegó a la vez que yo al Albergue y en lo alto me saco unos ciento cincuenta metros. En toda la subida fue mi punto de referencia. A mí en las subidas no me gusta parar y si veo que me agobio prefiero bajar el ritmo hasta que puedo respirar. 

El sol brillaba en el lado de Madrid y en el alto. El día era magnífico. Apenas estuve un momento para echar una mirada atrás y continuar. El camino sigue por una camino cerrado por una valla. Entre pinos y por un camino perfectamente marcado continua durante dos kilómetros hasta una explanada. Durante este pequeño tramo hice una breve parada para fotografiar el monte de Peñalara en un día tremendamente claro. En la explanada me junté y charlé un momento con el caminante que  me precedía. Este se había parado a tomar el bocadillo. Se dirigía a Valsaín donde había quedado con su mujer y sus hijos. Él salía temprano, paseaba y luego quedaba en un lugar prefijado con la familia. La parada no llegó ni a los cinco minutos. Me encontraba fuerte y prefería dar un buen tirón antes de la parada. 

El recorrido continua sin posible pérdida por un camino ancho entre pinos. Aproveché para comerme la bolsa de panchitos. En cosa de un kilómetro se llega a una explanada que se junta con una carretera llamada Fuente de la Reina. En esta se encuentran los troncos de los árboles cortados. Es necesario decir que los pueblos de los alrededores explotan la madera de estos bosques, lo que los mantiene limpios. Desde aquí el camino se convierte en carretera. En este punto encontré a dos matrimonios que estaban dando un paseo hasta Valsaín. Primero los seguí de lejos durante 20 minutos y luego los alcancé y comenzamos una agradable charla hasta las 12:30 que me desvié. Fue hora y cuarto de paseo en compañía. Me contaron que ellos también habían realizado el Camino de Santiago. 

Esta hora y media la realicé entre bosques, las flechas amarillas aunque distanciadas lo van marcando perfectamente. Es un paseo desde el alto hasta el desvío de Valsaín tremendamente agradable, siempre hacia abajo pero muy suave. Es destacable el pantano que se ve a la izquierda y que da de beber a Segovia, y el aire puro de los pinos en la parte alta y de los robles un poco más abajo. 

Tras dejar un búnker a la izquierda comienza un ligero descenso por la ladera de una loma, que nos lleva por medio de una finca ganadera. En este punto es posible ver ya las torres de la catedral segoviana y el camino que lleva suavemente hasta ellas. En estas praderas me senté en una piedra para dar cuenta del bocata y de un buen trago de líquido (13:05). El tiempo había cambiado y estaba nublado, en los quince minutos que permanecí comiendo me quedé helado. Así decidí continuar y dar por terminado el descanso. 

Al poco se sale de la finca ganadera, se alcanzan unas ruinas y poco después se cruza una carretera. Siguiendo las flechas, llegué a la fuente de San Pedro. Aquí las flechas amarillas se juntan a una especie de letra A mayúscula de color amarillo que posteriormente haría que perdiera las flechas. El camino se convierte en vía pecuaria, sin posible pérdida pues va encajonado entre dos vallas, el camino se le llama de los “Tanques” pues es utilizado para las maniobras que los mismos realizan periódicamente. En este camino estaba a las 13:45.  

La pérdida del día se produjo en el punto en que la vereda se terminó, había una valla a la derecha que marcaba la letra A amarilla y una flecha que marcaba a la derecha y otra de frente. Estuve intentando observar si de frente observaba otra pero no pude. Delante tenía la carretera de circunvalación y podía ver tres pasos subterráneos, el más a la izquierda coincidía con el camino que seguía el del centro que me dirigía la letra A y la falsa flecha y otro más a la derecha. En vez de seguir de frente hacia la catedral y olvidarme de las señales, giré a la derecha buscando flechas que no encontré, siempre tengo que realizar alguna patochada que me haga andar un trozo más, y me dirigí directamente hacia el segundo paso y posteriormente directamente a una urbanización de adosados. A las 14:35 entraba en las calles de Segovia al lado de un edificio nuevo que decía ser una Escuela de Música, o algo así. Las casas eran adosados muy nuevos. Como no encontré a nadie a quien preguntar continué andando hasta que encontré un bar donde entré a preguntar por la estación, me indicaron que continuara hasta una plazoleta y que luego girara a la izquierda hasta una segunda plaza que debía girar a la derecha y que no había más de dos kilómetros.  

Pasé por las dos plazoletas, en la segunda había una cuartel a la izquierda y continué a la derecha. Desde aquí es posible ver un arco, denominado puerta de Madrid. Este arco fue mi guía. Ahí se encuentra un cuartel de la Guardia Civil, en el que pregunté por la Estación indicándome que se encontraba a la izquierda del arco. En la estación compré el billete a Madrid (4,90 euros) y eran las 15:30 horas. Conseguí billete para las 16:50. Aquí mire el podómetro que marcaba 27,82 Km y 39.749 pasos. Cosa que me sorprendió pues la guía indicaba 31 Km 

La hora y veinte minutos la aproveche para tomarme un café. 

La vuelta fue terrible, en Cercedilla se llenó el tren de niños ruidosos y descontrolados, cuando a mí me apetecía tranquilidad. A las 18:55 llegaba a Atocha y a las 19:10 a casa, donde me esperaba una buena ducha y una cena apetitosa. A las 22:10 me iba a la cama con las piernas cansadas y el espíritu satisfecho por un reto superado.   

Los números del día son los siguientes: 

-         Fecha  .- 16 de febrero del 2002.

-         Salida en tren por la mañana.- 7 :03 desde Estación de Atocha llegada 8:23.

-         Pasos.- 39.749.

-         Kilómetros.- 27,824.

-         Hora de salida.- 8:30.

-         Hora de llegada.- 15:30.

-         Tiempo total.- 7:00 horas.

-         Salida en tren por la tarde.- 16:50 desde la Estación de Segovia llegada 18:50 Estación de Atocha.