Decima jornada: Simancas Medina de Rioseco (10-6-2004)
Después de una noche tranquila y reparadora, el despertador sonó a las 6 y media. Era todavía de noche cuando volví a recorrer las calles de Simancas. Pasé la carretera nacional por un puente y desde un montículo observé la llanura y la ciudad mientras amanecía. Magnífica estampa castellana.
Por un camino agrícola rodeado de terrenos de cereal fui haciendo camino hasta después de una hora y media llegue a Cigüeñuela. Puedo rememorar que al lado de un riachuelo hay una ermita de piedra con un merendero tapado en el que es posible descansar un rato.
En este recorrido ondulado y de agradable paseo se pueden empezar a ver campo enteros de amapolas que crean un paisaje idílico en las primeras horas de la mañana.
Continué la marcha hasta Wamba entre campos bastante áridos donde empecé a echar en falta los pinares de los días anteriores. El camino se estrecha cerca de Peñaflor siendo necesario descender por un pedregoso valle excavado por el río Hornija.
En la entrada al pueblo vi que estaban de fiesta, jueves de Corpus Cristi. Todos los hombres iban con traje y con sombrero. Me recordaban el sombrero de mi abuelo, debe ser una tradición. También los niños estaban vestidos de comunión. Mi presencia causaba extrañeza y miradas sorpresivas.
El monumento más representativo es la Iglesia de Santa María de la O con estilo visigodo siglo X con una nave románica del siglo XII.
Hacia bastante calor y era medio día, así que me dirigí al bar del pueblo, donde me rehidraté, cerveza con limón. Pregunté si había algún tipo de acogimiento en el pueblo, por que pensaba que podía ser toda una experiencia ver una fiesta popular. Me dijeron que el pueblo no tenía ningún tipo de alojamiento, por ello a la una reemprendí el camino.
El calor era agobiante. Baje una dura cuesta hasta el río Hornija. Crucé el río y como dice la guía seguí por la carretera buscando un camino que me dirigiera a Castromonte. Busque y busque una flecha, pero no la encontré, así que continué por la carretera con un calor asfixiante. Cuando llevaba 3 kilómetros me di por perdido, así que decidí preguntar al primer coche que pasara. Pasaron 20 minutos antes que llegara el primer vehículo. Le paré y me dijo que montara. Le dije que no, que lo que quería era información de cómo llegar a Castromonte. Muy amablemente me indicó el recorrido por carretera, tres kilómetros más por la que llevaba y luego 6 más por una que aparecía a la derecha. También me dijo que cuando llegará al pueblo preguntara por le alguacil que me estaría esperando para darme alojamiento. Le di las gracias y no le aseguré que me quedara, pues según las fuerzas así haría.
Continué con un calor que por momento se hacía insoportable. Los pies recocidos por el asfalto. El litro de agua iba acabándose cuando llegue al desvío, ya llevaba dos horas desde Peñaflor. Debajo de una encina paré a respirar un poco y a mojar un poco el pañuelo de cuello para que me refrescara. Esta nueva carretera tenía un poco más de tráfico, pero entre coche y coche era fácil que pasaran 5 minutos. Tiene unas largas rectas que me costaron otro par de horas en recorrerlas.
Como anécdota, ya muy cerca de Castromonte vi a dos agricultores y me acerque a ellos por si me podían dar algo de agua, iba totalmente seco. Me dijeron que apenas quedaba un kilómetro para la fuente del pueblo y me dieron ánimos para continuar, me ofrecieron un buen trago de una bota de vino que me supo a gloria. Uno de ellos al saber de mi recorrido dijo que en unos días marcharía también a Santiago en una excursión y que lo mismo coincidiríamos allí.
Seguí la marcha y en el centro del pueblo encontré la fuente maravillosa que aproveche para beber y darme un baño reparador. Después de saciada la sed entre en un bar donde pregunté por el alguacil que estaba tomando café. Me dijo que la persona que había preguntado era el alcalde del pueblo y que le había dado aviso de que me mostrará el centro cultural, donde tenían habilitada una habitación para peregrinos. Me llevó a ella y me la enseñó. Una habitación de madera con un puñado de sillas pero ningún tipo de colchón, y con un baño con sólo lavabo. Ante esta perspectiva de dormir en el suelo sin ninguna esterilla le di las gracias y le pedí que se las hiciera extensible al alcalde pero que prefería continuar a Medina de Rioseco.
Así a las 5 de la tarde con un sol terrible sobre mi cabeza reemprendí la marcha. Quedaban tres horas y mi cansancio era considerable. El recorrido era ondulado pero con resignación y sin pensar demasiado en el cansancio fui recorriendo el camino.
Llegue a las 8 y cuarto a Medina y lo primero que hice fue ir a la Iglesia de Santiago.El párroco me recibió en su despacho. Me realizó un auténtico interrogatorio y me ofreció hospedarme en el monasterio de Santa Clara, cosa que rechace pues después de una etapa de 44 kilómetros necesitaba algo más cómodo.
Busque un hostal y me sumergí en la bañera durante más de media hora para recuperarme del cansancio. Medina de Rioseco es capital natural de la vieja Tierra de Campos. El río Sequillo, unas veces paridor de inundaciones y otras -las más- apenas un hilo de agua, atraviesa parte de la ciudad más moderna.
Sin apenas ganas me dirigí a cenar bajo unos soportales. Tome un espléndido chuletón que me había ganado en este día. Además tenía que celebrar que había cubierto la primera parte de mi andadura. Esto no significa que voy a dejar la ruta sino que voy a dejar el camino de Madrid para andar durante dos días sin ruta marcada para llegar a la Vía de la Plata a la altura de Granja de Moreruela y desde allí marchar hasta Santiago.
Esa noche antes de dormir me tomé una aspirina para que aliviara los dolores de las piernas y los píes, esta ha sido la etapa más dura que he realizado hasta ahora.
Los números del día son los siguientes:
Fecha .- 10 de junio del 2004.
Pasos.- 62857.Kilómetros.- 44 kms.
Hora de salida.- 7:00.Hora de llegada.- 20:15
Tiempo andando.- 12 horas
Este camino de Madrid me ha parecido precioso y sorprendente. Nunca hubiera imaginado que por las tierras de Segovia hubiera tanto pinar, esperaba un recorrido mucho más árido y agobiante. Es un placer poder estar en la primera hora de la mañana en estas magníficas tierras.
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