Quinta jornada: Inicio del camino continuo. (5-6-2004)
Quinta jornada: Inicio del camino continuo. (5-6-2004)
Hasta aquí el recorrido siempre había acabado volviendo a Madrid, pero desde aquí se dió continuidad al camino. La mochila sería mi compañera de viaje. Me levanté a las 6 de la mañana y después de cerrar la casa y repasar todo el equipaje, emprendí la marcha que me hará llegar a Santiago 21 días después.
Llegue a la estación de Atocha y fui hasta Cercedilla punto de inicio de este nuevo camino. Se que esta jornada es repetición de la Cuarta etapa, pero quería que el inicio se realizara desde la provincia de madrid. El recorrido ya le he contado en la anterior entrega pero puedo asegurar que las sensaciones fueron diferente, en este sabía que no había retorno y la mochila cargada me hacía soñar con lo que sería el caminar.
El primer sello me lo pusieron en la estación de RENFE de Cercedilla y el Jefe de la estación me miró con extrañeza. No podía concebir que alguien le pidiera un sello para poner en una cartulina. Este es bastante feo pero para mi representaba el primero de un largo recorrido.
Esta etapa repetida para mi representa muchísimo, pues une dos de mis aficiones, caminar por la montaña y el Camino de Santiago.
La subida al Puerto de la Fuenfría representa la mayor altura de los caminos de Santiago (1790 metros) con un desnivel de 700 metros en menos de dos horas de paseo.
Poco a poco fui caminando hacia el fondo del valle de la Fuenfría con paso firme y con los ojos mirando un paisaje harto conocido. Las tres fases de la subida con pequeños descansos fueron para mi un continuo pensar en mi vida y en las innumerables veces que lo había recorrido, aun así me parecía distinto. La perspectiva actual era diferente, no era montañero sino peregrino. Esto significa que lo importante es el destino y estar alerta a las expectativas que te da el Camino. Siempre te acechan inseguridades sobre las posibilidades físicas y psíquicas.
Cuando llegue al puerto volví la vista atrás para despedirme de mi tierra. Rodeado de montañas emprendí la bajada por la calzada romana hasta la Fuente de la Reina donde paré a tomar el bocadillo.
Durante todo el recorrido me cruce con montañeros que me miraban extrañados por mi mochila y la viera que llevaba colgada.
En un punto de determinado de la bajada, junto a un bunker, aparece la ciudad de Segovia y la llanura castellana, parece inmensa y en los próximos días la iré atravesando paso a paso. Me parecía imposible que pudiera conseguirlo y me llenaba la cabeza de dudas.
En la fuente de San Pedro volví a parar, era la 1 del mediodía y sabía que solamente me quedaban dos horas para llegar al final de la etapa. Desde aquí hasta Segovia apenas había sombras y el calor apretaba.
Poco a poco y con un cierto cansancio, se notaba el peso de la mochila aunque apenas pesaba ocho quilos, fui llegando primero al puente que atraviesa las vías del AVE y después al túnel que atraviesa la circunvalación segoviana.
A las 4 de la tarde llegue a la puerta de Madrid y poco después al Acueducto. En seguida me aposente en el hotel las Sirenas y tras una ducha reparadora me lance a recorrer esta histórica ciudad.
Mis pasos me llevaron a la magnífica iglesia de la Vera Cruz. Esta depende de la Orden de Malta y es posible visitarla sin ningún precio para los peregrinos. Esta iglesia fue construida en el siglo XIII por la Orden del santo Sepulcro y su estructura rememora magníficamente las iglesias octogonales de Eunate y de Torres del Río. Dentro de ellas el peregrino siente una paz interior difícil de narrar. Se nota que la energía fluye por su muros.
También visite la Catedral y el Alcázar. Por cierto las vistas desde este último nos muestran el paseo del día siguiente.
Tras una cena en un restaurante del centro, marche a la cama para recuperar las energías perdidas y reponerlas para una etapa larga y desconocida.
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