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Camino de Santiago desde Madrid

Camino de Santiago

Vigésimo cuarta y Vigésimo quinta jornada: Prado - Santiago y Fin

Vigésimo cuarta y Vigésimo quinta jornada: Prado - Santiago y Fin

Vigésimo cuarta jornada: Prado – A Ponte Ulla (24-6-2004)  

  Me desperté tarde, eran las siete de la mañana. Había dormido casi 11 horas. Me sentía descansado aunque un poco triste. Mi primer pensamiento fue que esta andadura se acababa después de casi tres semanas pisando el polvo del camino. Me daba una tremenda pereza tener que reanudar mis actividades diarias dentro de tres días, volver a la rutina laboral y retomar los problemas que habían quedado aparcados. 

  Con estos pensamientos y más lentamente que otros días salí del hotel y volví a mi amado camino. 

  Nada más salir me encontré con la pareja que había empezado en Laza, con ellos estuve la mayor parte de la mañana. Eran de Salamanca y estaban eufóricos con la experiencia. Me contaron prácticamente su vida en apenas tres horas. Es increíble como la gente se abre a los demás en el camino, la distancia de la realidad hace que nos comuniquemos muy abiertamente con gente, que lo más normal es que no volvamos a ver.  

  Pasamos sin darnos cuenta por el hermosísimo puente romano de Taboada sobre el río Deza. Después iniciamos una pequeña subida rodeados de viejos carballos hasta llegar a Silleda. Esta población tiene todos los servicios que necesita el peregrino alrededor de la Avenida del Parque. Aquí abandoné a mis amigos y continué avanzando por camino paralelo a la nacional 525. Atravesé las aldeas de San Fiz y Devesa. En siete kilómetros desde Silleda llegué a Bandeira. En este pueblo aproveche para tomar un bocado, es la mitad de la jornada del día de hoy y ya no quedan casi subidas hasta el final del día. En este etapa pasé desde los 500 metros de Prado a los menos de 100 de Puente Ulla.  

  A las doce del medio día reanudé el recorrido. Veo como van disminuyendo los kilómetros. En este tramo vi la marca de 30 kms. a mi destino. En este punto se inicia una bajada trepidante que me lleva hasta el río Ulla.  Cuando llego al puente las piernas las tengo cargadas por el descenso. En esta bajada es posible ver el enorme puente de ferrocarril mientras que andamos entre un hermoso arbolado que invita al descanso. Especial mención es el bucólico lugar al lado de la ermita de Gundián. 

  En un bar entré a descansar y a tomar una cerveza que me supo a gloria. Es impresionante la sensación de relajo que entra cuando ya has cumplido la tarea del día y sueltas la mochila, que por muy ligera y por muy acostumbrado estemos a la carga cuando se suelta se agradece. 

  Este bar tiene al lado una pensión que aproveche para hospedarme. No tiene grandes lujos pero si una buena cama y un ducha reconfortante. Después de asearme me dirigí al río y en una pradera me tendí un par de hora deliciosas en las que rememoré todo este camino que estaba a punto de terminar. Me sentía feliz, había conseguido en estos días olvidarme de mis problemas diarios y con las pocas cosas que llevaba en la mochila mi mayor deseo hubiera sido continuar una temporada más.  

  Antes de recogerme en la cama paseé por calles y visité la iglesia románica de Santa María Magdalena. Con un bocadillo despaché el trámite de la cena. A las 10 de la noche ya estaba en la cama mañana madrugaría para llegar temprano a Santiago y asistir a la Misa del peregrino en la Catedral.  

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 24 de junio del 2004.

  Pasos.- 39714.Kilómetros.- 27,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 17:00

  Tiempo andando.- 7 horas
 

Vigésimo quinta jornada: A Ponte Ulla – Santiago (25-6-2004)  

  Me costó dormir por los nervios de la finalización y la ilusión de la llegada a destino después de 21 de paseo y de disfrute. Las cosas que nos cuestan conseguir las valoramos muchísimo más. Tras despertarme en cuatro o cinco ocasiones le levanté a las cinco menos cuarto, no podía esperar más. Empaqueté todos los bártulos y salí a la calle. 

  Era noche cerrada pero el camino no tiene demasiado problemas, tras unos lavaderos tomé un camino empedrado que asciende. Un poco más adelante se pasa por una hermosa balconada de un precioso pazo. La carretera está a la izquierda. Un poco más adelante se cruza la carretera y pegados a ella anduve durante 10 minutos hasta que una señal a la derecha de la carretera me lleva a un camino ascendente que más adelante se convierte en pista forestal. Tuve que ayudarme de la linterna para ir descubriendo la flechas amarillas. Hay numerosos cruces pero no tuve ningún problema en continuarlo. 

  Cuando ya llevaba una hora caminando empecé a oír bullicio a mi espalda, había un grupo de personas que iban charlando. En uno de los cruces esperé para ver quién venía. Era un grupo de veraneantes de Puente Ulla que habían decidido hacer los últimos 20 kms. andando. Me miraron como un bicho raro cuando les comenté que llevaba más de 20 días andando.  

  Fuimos juntos un buen rato pues con sus linternas se veía mejor.  

  Poco a poco fuimos ascendiendo mientras que teníamos una agradable charla y, sin sentirlo, llegamos hasta la Capilla y la fuente del Santiaguiño. 

  Un poco más adelante se llega a un cruceiro y algo después a Lestedo. Por aquí había amanecido y las linternas se hicieron innecesarias. Aproveche para despedirme de este grupo que volvería a ver en Santiago. 

  Por una pista asfaltada en menos de una hora llegue a Susana donde aproveche para desayunar y reposar unos minutos. 

  El camino continua en una suave bajada hasta Piñeiro donde se inicia la penúltima subida que lleva hasta el cruceiro de Sar, esta se realiza por una preciosa calzada empedrada. Desde el cruceiro se empiezan a ver las torres de la Catedral y el ánimo se levanta y los pasos se aceleran hacia el puente del Sar. Ya estoy en los aledaños de la ciudad y empiezo a recorrer las calles de Rúa Castón D’Ouro y Rúa do Patio de Madres. Más adelante se encuentra la Puerta de Mazarelos, la Praza da Universidade, Praza da Fonte Seca, Rúa de Calderería, Rúa del Xelmírez y por fin la Praza de Praterías. 

  Aquí está el destino y la llegada. Di la vuelta a la catedral hasta la Plaza del Obradoiro donde no me quedó más remedio que soltar la mochila y sentarme apoyado en ella observando embelesado la preciosa fachada principal. 

  Llegaban peregrinos en grupos grandes que venían desde el camino Francés, eran muchísimos. Me parecía increíble que hubiera hecho los últimos kilómetros sin ningún otro peregrino. 

  Realice los trámites de la compostela y reservé billete en el tren de las 2 y media de la tarde. Con los papeleos ya hechos entré en la Catedral para abrazar al santo. Después de esperar media hora de cola pude abrazar al Santo y oír la Misa del peregrino.  

  Cuando salí de la Catedral me encontraba feliz y contento y deseando volver a seguir la flecha que me dirige a Santiago. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 25 de junio del 2004.

  Pasos.- 29857.Kilómetros.- 20,9 kms.

  Hora de salida.- 5:00.

  Hora de llegada.- 10:00

  Tiempo andando.- 5 horas  

FIN

  


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Décimo cuarta y Décimo quinta jornada: Tábara – Mombuey (14-6-2004 / 15-6-2004)

Décimo cuarta y Décimo quinta jornada: Tábara – Mombuey (14-6-2004 / 15-6-2004)

Décimo cuarta jornada: Tábara – Calzadilla de Tera  (14-6-2004)

  Los franceses nos despertaron con sus movimientos a las 6 de la mañana y sin dudarlo me levante a preparar los trastos. En veinte minutos ya estaba listo para iniciar la marcha, ellos todavía seguían preparándose. El catalán y yo salimos a la vez y los primeros metros los hicimos juntos. En la carretera nos separamos el marchó para Faramontanos y yo para Bercianos de Valverde. Esta es una realidad del Camino los peregrinos se conocen durante unas horas, comen, duermen y respiran el mismo aire, y un día después ya no se ven más, aunque sus recuerdos perdurarán toda la vida. 

  El camino sale desde la torre de San Salvador por un camino agrícola en magnífico estado que va paralelo a una carreterita que más adelante se atraviesa. Todo este tramo se realiza entre viñedos y castaños. Las flechas se ven perfectamente en este camino ascendente que nos llevará en un par de horas al valle del río Tera. Cuando cambiamos de valle el paisaje que puedes ver es de encina y jara. 

  Tengo la sensación de estar en otro país diferente al de días anteriores, es un recorrido de suaves ondulaciones y sin tanto calor. 

  No encontré ninguna dificultad hasta Bercianos  de Valverde al que llegue a las 10 de la mañana. Busque un bar para desayunar que abría en ese momento y conseguí tomar un café y unas magdalenas caseras que me supieron a gloria.  

  A las 10 y media reanudo la marcha poco a poco. La salida del pueblo se hace en cuesta pudiendo contemplar algunas bodegas enterradas en el suelo. Esta cuesta apenas dura un kilómetro luego ya todo es bajada hasta Santa Croya de Tera. Este pueblo se encuentra al lado del río Tera y se encuentra al lado de Santa Marta de Troya.  

  Aquí pasé a la iglesia para que me sellaran en el lugar donde se encuentra el Santiago románico más bonito de la Vía de la Plata. Es impresionante su belleza y sencillez. Es difícil pensar como su autor con una simplicidad notoria hiciera una obra de arte como esta. Este se encuentra en un capitel en la parte de atrás de la iglesia aunque existe una copia en el interior. Un sacerdote mayor me dirigió a su casa donde me selló la credencial y me dijo palabras de estímulo para continuar el camino. Persona muy entrañable que bien merece una visita. 

  A la una de la tarde continuo la marcha siguiendo paralelo al río Tera entre huertas y chopos que refrescan el ambiente. A las dos de la tarde llego al puente Pumarejo donde hay un camping. Aquí observo un merendero al lado del río rodeado de una extensa zona verde, y no lo dudo para allá voy. Me pido una refrescante cerveza y aprovecho para comer opíparamente. Antes de la comida me doy un baño en el río, consiguiendo comer fresquito como si fuera un campista.  

  Después de comer a las 4 reanudo la marcha despacito entre hermosas alamedas junto al río hasta que se llegue a Calzadilla de Tera. Las flechas me llevan a una iglesia vieja y medio en ruinas. La iglesia, tal como está, da algo de pena, como casi todos los edificios antiguos que conocieron tiempos mejores. A la derecha y detrás de la iglesia se cruza un puente sobre un canal y se tira a la izquierda por el camino junto al canal. A unos dos kilómetros cruce otro puente sobre el mismo canal y ya llegue a Olleros de Tera.  

  Estaba cansado y un poco tostado por el sol así que busque alojamiento, consiguiendo hospedaje en una casa de adobe que se accedía a través patio interior del bar. La primera sensación fue de cochambroso pero luego le encontré el encanto de poder dormir en una casa como las de hace un siglo. Las paredes no estaban pintadas y se podía ver el adobe. El colchón era de lana sobre una cama de madera. En las puertas había que tener cuidado de no darte con el dintel, pero tenían una buena ducha con agua caliente. El frescor era notable entre sus muros de más de medio metro. Me cobraron 5 euros por la noche. 

  Este es un pueblo bastante pequeño sin demasiados servicios aunque si tenía dos bares y un restaurante.  

  Un día de camino solitario pero con el ánimo bien templado por un paisaje maravilloso. No había visto ni a un solo peregrino en todo el día, que diferencia con otros caminos. A las 10 de la noche estaba durmiendo tranquilamente y meditando en el la próxima jornada que me llevará hasta Mombuey. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha.- 14 de junio del 2004.

  Pasos.- 48000.Kilómetros.- 33,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 18:30

  Tiempo andando.- 9 horas   

  Décimo quinta jornada: Calzadilla de Tera  - Mombuey (15-6-2004)  

      Dormí como un lirón en aquella cama que chirriaba. Me levante a las 6 de la mañana y tras preparar los bártulos salí a la  calle. La mañana era fresca. 

  La señalización en este pueblo es un lío, según la guía marca que hay hasta cuatro posibilidades. Yo tome la calle que lleva a la iglesia y pasada ésta seguí hacia Otero de Bodas. Luego, a la derecha, sale una carreterilla flanqueada por postes de la luz que, a unos tres kilómetros, desemboca en otra más ancha. Siguiendo ésta, a la derecha, se llega a la presa del pantano. 

  Atravesé la presa y, a los pocos metros, cogí una carreterilla asfaltada. En este recorrido pude observar como un azor observaba el valle sobre un poste y en un momento determinado se dejaba caer suavemente sobre las aguas del pantano sin apenas mover las alas. La carreterilla bordea el pantano y nos lleva a Villar de Farfón. 

  Una senda poco señalizada pero sin pérdida me lleva a Rionegro del Puente. Detrás del Santuario de la Virgen de la Carballeda, a la izquierda de la carretera, descanso y tomo un café. El propietario del bar me contó la siguiente leyenda:  

  “Un peregrino se encontró en su camino con la imposibilidad de cruzar el río Negro debido a una gran crecida. Invocó a la Virgen, la cual ayudó al peregrino a cruzar el río utilizando su capa como si de una barca se tratara. Finalmente al llegar a la otra orilla se agarró a la rama de un gran carballo. Fue en ese lugar donde el peregrino construyó una ermita que con el paso de los años se convirtió en el santuario que ahora nos encontramos”. 

  En la fuente enfrente de la Iglesia lleno la botella de agua, el calor empieza a notarse. 

  Se sale hacia Mombuey por un camino a la derecha de la N-525 que se toma en el mismo Rionegro y que cruza bajo la autovía. Al llegar a la carretera de Santa Eulalia el camino desaparece y quedan dos alternativa: seguir los postes del tendido eléctrico campo a través o el arcén de la N-525. Me encuentro cansado y decido seguir por la carretera.  

  En un bar de carretera aprovecho para tomar un café y tomarme un respiro. 

  Una hora después estoy llegando a Mombuey con un calor insoportable. Me dirijo al albergue y una nota me indica que las llaves las dan en el Hostal A Rapina. Allá me dirijo. Pido las llaves y me dicen que el alcalde tiene que darme las llaves. Me pasan a un despacho y el señor alcalde, y propietario del hostal, me somete a un interrogatorio con no demasiadas buenas maneras. Me da la sensación que no le hace gracia que el albergue le haga la competencia. Llama al alguacil y le dice que me lleve al albergue.  

  El albergue parece un almacén en el que hay de todo. Hay dos camas de hospital y varios colchones en el suelo. Después de asearme decido ir a comer al hostal. Cuando estoy llegando veo a dos peregrinos que vienen por la carretera. 

  Son dos amigos del camino, que han empezado en Sevilla y que hacen medias de 50 y 60 kilómetros diarios, ¡una barbaridad! Les indico donde está el albergue y vamos a comer juntos. Me cuentan que ellos se levantan a las tres de la madrugada y a medio día suelen estar en destino. Se conocieron hace un par de años en el camino Francés y congeniaron tan bien que año tras año siguen juntándose para hacer diferentes caminos. Me sorprende las medias pues no son gente joven, deben rondar los sesenta años. Hacen muchas etapas casi por carretera para ser más directos. Hoy vienen desde Tábara.  

  Después de una opípara comida y de una copita de orujo, me satisface tener un rato de conversación con gente que está realizando una andadura similar. 

  Después marchamos a una merecida siesta. A las siete visitamos la iglesia que tiene una bonita torre románica. Tomamos unas cervezas y una tabla de embutidos, antes de marchar al reposo del peregrino. La jornada ha sido más tranquila que días anteriores pero mi ánimo no estaba muy boyante. Voy notando los días y el cansancio. No todos los días se encuentra uno en plena forma. El contacto con otros peregrinos me vitalizó. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha .- 15 de junio del 2004.

  Pasos.- 32800.Kilómetros.- 23,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 13:30

  Tiempo andando.- 6 horas

Décimo tercera jornada: Granja de Moreruela – Tábara (13-6-2004)

Décimo tercera jornada: Granja de Moreruela – Tábara (13-6-2004)

  Etapa sensiblemente más corta que las anteriores, pero era necesario que me lo tomara con calma pues los últimos días habían sido tremendamente estresantes y con mucho kilómetros. 

  Me despertaron los franceses para dejarme una magdalena y un batido de chocolate cuando ellos marchaban a las 6 de la mañana. En seguida me levanté y preparé los bártulos de la marcha. Lleve la llave al bar dejándola en la repisa de la ventana que me dijeron. Tras esto comencé la subida lenta pero continua hasta el final del pueblo ahí hay un cruce de caminos del camino de Santiago. El que sigue recto te lleva a Benavente para luego enlazar con el camino Francés y el de la izquierda te lleva por el camino Sanabrés hasta Orense y después a Santiago. Cogí el de la izquierda y poco a poco en un paisaje de media montaña, y totalmente diferente al de días anteriores llegue a un pantano con el Puente de los Quintos. Este está a unos cinco kilómetros del pueblo.  

  Todo el recorrido va marcado con flechas amarillas menos abundantes que en el camino de Madrid y algunas veces te hacen dudar. 

  Al poco de pasar el puente sobre el río Esla alcance a los franceses con los que hice los siguientes 8 kilómetros. Para mí era una novedad caminar charlando de temas diversos, el recorrido se hacía bastante más ameno y los metros caían más rápidamente. También el paisaje era diferente. Abundaban las encinas y el terreno era ondulante, un auténtico placer después de tantos días de la llanura agobiante. 

  Después del puente se asciende de manera brusca hasta un antiguo castro abandonado donde giramos a la derecha para encontrar tras varios cruces la finca Val de la Rosa. El camino es ancho y cómodo. Esta parte del camino es agradable al transcurrir por un bosque de encinoas y matorral mediterráneo. Tras un giro a la derecha el paisaje vuelve a cambiar de repente, el encinar desaparece y el camino se allana. Hay múltiples cruces a izquierda y derecha por caminos parcelarios. 

  Francine no llevaba muy bien el pie y a unos 12 kilómetros en una revuelta del camino mis amigos se sentaron a descansar y reponerse un poquito. Yo me encontraba eufórico y continué, pero quedé con ellos en el albergue de Tábara. 

  Desde aquí el camino perfectamente señalado hace varias revueltas hasta que te mete en un valle amplio en el que se ve Faramontanos de Tábara.  

  En el centro del pueblo paré, el cansancio empezaba a aparecer. Diecinueve kilómetros no son ninguna tontería. Allí en el bar-tienda, junto a la iglesia y el ayuntamiento, me tomé un café y un hermoso bocata. Eran las 11 de la mañana y no tenía prisa, apenas quedaban 5 kilómetros, así que esperé a los franceses mientras charlaba con la propietaria del bar. Me comentó que en invierno son sólo unos poco pero que con la llegada del calor y las vacaciones escolares se llenaba de personas nacidas en el pueblo. 

  A las 12 reemprendimos la marcha y en poco más de una hora llegamos a Tábara. Este es un pueblo que se fundó a la sombra de un monasterio mozárabe denominado de San Salvador, este monasterio llegó a tener hasta 600 monjes de ambos sexos. También tiene una hermosa torre cuadrada del siglo XII. 

  Cuando llegamos el pueblo celebraba el Corpus y las calles estaban alfombradas por ramas de lavanda recogidas en los alrededores y una procesión tuvo lugar acompañada por los niños vestidos de primera comunión.  Una interesante tradición que se repite en muchísimos pueblos de España. 

  Después de contemplar la procesión nos dirigimos al albergue que se encuentra a las afueras del pueblo. Tiene esta villa un albergue nuevo y con unas  instalaciones muy limpias. Ya se había instalado un peregrino que había llegado a Santiago desde Roncesvalles y ahora se dirigía a Sevilla en sentido inverso. Impresionante debe ser hacer 1500 kilómetros en dos meses. Me da auténtica envidia no tener los días suficientes para realizar esa enorme travesía. Me comentó de las dificultades de ver el camino al revés, era mucho más fácil perderse pero siempre reencontraba las fechas amarillas. Se llamaba José Antonio y era un abogado catalán. Había emprendido la marcha como una liberación contra el estrés.  

  No comí ese día pues el bocata del pueblo anterior me había saturado y preferí hacer la colada y vaguear toda la tarde en la cama para recuperarme del esfuerzo. 

  La cena la realicé con los franceses en el restaurante junto a la gasolinera de las afueras del pueblo mientras que nos enterábamos de los resultados de los comicios europeos. Estábamos tan distantes de nuestros hogares que el resultado no nos interesó demasiado. 

  Este le puedo considerar un día de relax y tranquilidad, donde ha cambiado significativamente el paisaje. Los dos últimos días la llanura había sido mi acompañante pero hoy han aparecido pequeñas subidas y bajadas inconcebibles en los días previos. Desde aquí ya no volverán las llanuras y el paisaje, aunque duro, será mucho más variado y ameno. No faltarán todos los días subidas y bajadas.  

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha  .- 13 de junio del 2004.

  Pasos.- 35480.Kilómetros.- 24,8 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 13:30

  Tiempo andando.- 6 horas

Duodécima jornada: Villalpando – Granja de Moreruela (12-6-2004)

Duodécima jornada: Villalpando – Granja de Moreruela (12-6-2004)

   Dormí profundamente y me sentía bastante descansado. Tras asearme salí a la calle donde me dirigí hacia la gasolinera que por un camino que sale ahí mismo se dirige a un puente que atraviesa la A-6 a unos quinientos metros. La carretera desaparece y comienza un camino que hay que seguir durante media hora larga. No hay pérdida pues el camino va paralelo al río Valderaduey y no hay ningún desvío. 

  Cuando llegamos a un cruce de caminos debemos tomar él de la derecha que nos lleva a un pequeño puente sobre el río y ya todo seguido hasta Tapies. 

  Llegue sobre las 8 y media, todo estaba cerrado y sólo a una señora que estaba barriendo la puerta de su casa pude preguntarla por las bodega subterráneas. Esta no sabía pero llamó a su hijo, que estaba durmiendo, para que me guiara. El preguntar por las lagunas de Villafáfila ayudó mucho. El muchacho no sabía muy bien indicarme pero si me dirigió hacia las bodegas enterradas en el suelo. La señora me preguntó por el camino y me ofreció un vaso de leche que con mil amores me tomé. 

  Los campos seguían siendo llanos y las distancias parecían infinitas. Solamente a mi derecha podía distinguir una carretera que llevaba a Villafáfila, pensaba que si en algún momento tenía problemas me dirigiría a ella. 

  Poco a poco llegue a un punto que desaparece totalmente el camino, pero sabía que continuando recto campo a través en doscientos metros volvería a aparecer. Ya era posible ver los humedales y multitud de pájaros sobrevolando la zona. Aunque continué recto no había manera de ver por donde seguía. Las hierbas estaban muy crecidas y era muy difícil saber por donde aparecería de nuevo el camino. 

  Fue un rato de intranquilidad pero como podía ver en la distancia Villafáfila y la carretera no me preocupé demasiado, así que continué, comiéndome todas las zarzas del mundo, hasta que encontré un camino y lo seguí. Este camino me permitió llegar hasta el centro de interpretación de las lagunas donde un guarda me orientó hacia el pueblo abandonado de los Huertos. Pude con unos prismáticos ver las aves sobre las lagunas. Es impresionante la cantidad de aves que utilizan estos humedales para beber. 

  Desde este punto seguí  por el camino de la derecha cuando se llegue a los palomares y luego todo recto hasta Villamarín de Campos. 

  A este pueblo llegue sobre la una y media con muchísima sed y agobiado por el calor reinante. Para mi alegría había un bar abierto, el primero de las dos últimas etapas. Tomé una deliciosa coca y casi un litro de agua. Este  pueblo es muy curioso pues tiene un monumento enorme de un toro bravo en la mitad de la plaza junto a una fuente de agua buenísima. 

  Pregunté por la carretera que lleva a Villafáfila y me guiaron sin ningún problema. Cuando se llega a él hay un cruce con una gasolinera. Hay que seguir de frente por una carretera en ascenso que en cuestión kilómetro y medio tiene un camino agrícola a la izquierda. Siguiendo por él en tres cuartos de hora se llega al ferrocarril que es atravesado por un puente. Media hora después me encontré entrando en Granja de Moreruela destino de la etapa de hoy. 

  Me dirigí directamente al bar Cle-bis (en la carretera) donde la guía me marcaba que entregaban la llave del albergue y sellaban la credencial. Un poco antes de llegar pude volver a ver una flecha amarilla que me lleno de alegría después de dos días sin verlas. 

  La llaves ya las habían entregado a otros peregrinos, cosa que me alegró, iba a poder convivir con alguien más. El albergue es la casa de Cultura, estaba abierto aunque no había nadie dentro. Lo visité y vi que se componía de un recibidor grande con un colchón de matrimonio en el suelo, una habitación con literas apelotonadas y de un cuarto de baño con ducha. Todo ello bastante sucio, pero suficiente para pasar la noche. Tome posesión del colchón del recibidor al ver que ya había gente en la habitación. Me di una ducha reparadora con un hilito de agua fría, me tendría que conformar. 

  Cuando salí me encontré con un matrimonio francés de cincuenta y tantos años que hablaban bastante bien el español. Se llamaban Francine y Claude. Me estuvieron contando que ellos eran también repetidores del camino. Ellos hacían la Vía de la Plata desde Sevilla pero lo iban haciendo por etapas. Esta vez habían empezado en Zamora, pero habían tenido mala suerte en la primera etapa, a ella le habían salido ampollas e iban muy despacio. Estaban tristes por sólo tener diez días y no poder hacer lo que tenían planeado, llegar hasta Ourense. Son muy agradables y para mi una novedad poder conversar con alguien con los mismo sentimientos. Es una pareja interesante, ella muy religiosa y él un poco más escéptico pero se adapta a lo que le dice ella.  

  Juntos fuimos a visitar una exposición sobre el Cister que había en las proximidades del albergue. Me pareció tremendamente interesante pues me unía más al espíritu del Camino. Como era sábado asistimos a Misa y de allí fuimos a cenar a un bar que está en la parte superior del pueblo, después de ver la salida del pueblo para el día siguiente. 

  A las 10 ya estábamos en el albergue dispuestos a dormir. 

  Esta etapa a supuesto el llegar al segundo gran hito de mi ruta, pisar la vía de la plata que me llevará directamente hasta mi objetivo. Estoy contento y fuerte. El destino cada día lo tengo más cercano y me veo con fuerzas para conseguirlo.   

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha  .- 12 de junio del 2004.

  Pasos.- 42857.Kilómetros.- 30 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 16:45

  Tiempo andando.- 8 horas

Novena jornada: Alcazarén - Simancas. (9-6-2004)

Novena jornada: Alcazarén - Simancas. (9-6-2004)

    Me despertaron los ruidos de las cigüeñas en el tejado, estaba amaneciendo. Dormir en la sacristía de una iglesia es una sensación única y puedo decir que dormí como un lirón. Recogí la mochila y me preparé para una nueva etapa. A primera hora de la mañana me siento con las fuerza intactas y renovadas las ganas de llegar hasta Santiago por este Camino solitario pero revitalizador de voluntades. Este recorrido es un retiro de nuestros problemas diarios, estos dejan de existir y sólo debe preocupar el estar atento a todas las cosas que nos traerá el día. 

  Con mi mochila recorrí toda la iglesia despidiéndome de un lugar magnífico y único. Lleve la llave al buzón del ayuntamiento y reemprendí la marcha. Me esperaban 16 kilómetros sin ningún pueblo. 

  A la media hora de empezar se llega a la finca Brazuelas donde se encuentra el primer cruceiro de esta ruta. Aquí se ha preparado un espacio peregrino con un cruceiro, un magnífico roble y un banco sobre unos jardines. Un lugar que alegra el corazón del peregrino.  

  El río Eresma se encuentra a la izquierda de nuestro camino que va a parar a una carretera comarcal. Pasado un puente y girando a la izquierda en poco tiempo empezamos a dislumbrar una ermita, Siete Iglesias. Siguiendo con nuestro camino atravesamos también el río Adaja el cual lo atravieso por un puente. Al rato llego a un pequeño pinar que se cruza entero. A la salida podemos ya ver Valdestillas, aunque tardé otra hora larga en llegar.  

  En este pueblo realice una parada para almorzar, llevaba casi cuatro horas andando y el cansancio empezaba a aparecer. El paso por este pueblo es por la calle principal, en el hay toda clase de servicios para el peregrino.  Al final del pueblo se llega a la estación de ferrocarril y tras pasar las vías, por un puente, nos meteremos en otro pinar. 

  Esta es una etapa de grandes soledades, está dividida en dos espacios de 16 y 9 kilómetros sin pueblos que nos acojan. Los últimos tres kilómetros se hacen pegados a una carretera de bastante tráfico. Añadiré que el calor arreciaba y el cansancio me atenazaba, cuando llegue a Puente Duero, estaba auténticamente agotado. Así que me metí en un restaurante junto a la carretera. Estaba lleno de trabajadores, todos me miraron con extrañeza por mi pinta. Sorprendía tanto mi mochila como la vieira que llevaba colgada. Allí permanecí de las 2 a las 4 de la tarde para recuperarme del ejercicio y rehidratarme.  

  Puente Duero es una barriada industrial de la ciudad de Valladolid, que tiene como hecho más destacado el puente que atraviesa ese gran río. Nada más pasar el puente hay que coger a la izquierda paralelos al río, con multitud de huertas a uno y otro lado. Poco después se llega al enésimo pinar que nos llevará hasta el puente sobre el río Pisuerga. Tras él una importante subida lleva hasta el centro de Simancas. Yo continué hasta la parte  buscando la Oficina de Turismo para que me orientaran de un lugar para dormir. Allí me atendió una muchacha muy agradable que me dirigió a una pensión en el centro y muy cerca del castillo. 

   Esta pensión estaba en una segunda planta en unas calles muy típicas y estrechas. La cama era grande y con sábanas. Esta noche dormiría como un príncipe. La casa era antigua y tenía cocina y saloncito para los residentes. Los dueños vivían en la planta de abajo y ese día no tenían más clientes, así que la casa era entera para mi. No dude un minuto y me di una magnífica ducha con abundante agua caliente. ¡Qué placer después de 31 kilómetros!. Eran la seis y media y me lancé con mis chanclas a conocer este gran pueblo. Dirigí hacia el extraordinario Castillo. 

  No puede entrar, las visitas están limitadas y la hora era inadecuada, pero un abuelo sentado en unos jardines me contó que fue construido en el siglo XV por el Almirante de Castilla Don Fadrique Enríquez donde antes había existido otro más antiguo que controlaba la invasión musulmana, aunque a lo largo del tiempo fue cambiando de manos. En el siglo XVI se decidió ubicar en el castillo el Archivo General del Reino, uso que todavía tiene actualmente. En determinados momentos también fue usado como prisión del Estado.  

  Muchas veces es conveniente que el peregrino establezca relación con los lugareños para que nos proporcionen informaciones de los sitios que pasamos. Su amabilidad fue tal que hasta me invitó a tomar una cerveza en la plaza, donde se encuentra la Oficina de Información. 

  Después de esta amena charla di una vuelta por las callejas topando con un restaurante que me pareció ideal para cenar, cosa que hice espléndidamente, para después continuar hasta las 10 de las noches visitando y observando las vistas de esta ciudad sobre el río Pisuerga que se han grabado como un grato recuerdo. 

  Los números del día son los siguientes: 

  Fecha  .- 9 de junio del 2004.

  Pasos.- 44285.Kilómetros.- 31 kms.

  Hora de salida.- 7:00.

  Hora de llegada.- 18:00.

  Tiempo andando.- 8:00 horas

Octava jornada: Coca - Alcazarén. (8-6-2004)

Octava jornada: Coca - Alcazarén. (8-6-2004)

   Después de una noche en la antigua casa de los maestros de Coca amanecí en este gran albergue destartalado, con una cierta alegría de que volviera pronto el día. A las 7 de la mañana salía dejando la puerta atrancada y en el mismo “orden” como me lo había encontrado. 

  Con la mochila me dirigí hacia el castillo y desde allí por unas calles a esas horas desiertas hacia la torre de San Nicolás y del Cementerio. Después de una bajada para salvar el río y de una subida fuerte, el camino se mete en otro pinar maravilloso. La mañana era fresquita en esos momento, luego el calor sería considerable. Poco a poco y respirando profundamente el aire matutino se llega en 7 kilómetros a Villeguillo. 

  Por un camino carretero que nos mete entre pinos recorremos durante quince kilómetros el final de la provincia de Segovia y el principio de Valladolid. En este recorrido se atraviesa un par de granjas avícolas instaladas en medio de los pinares. Este tramo tiene 18 kilómetros sin ningún pueblo y sin ningún servicio para el caminante. En el mismo se pasan unas cuatro horas, en las que las ensoñaciones y las fantasías se hacen presente. En estos momentos me siento feliz en medio de la naturaleza. Siempre hay algo en lo que fijarse y paz interior reina en mi espíritu. 

  En otros caminos aunque hay recorridos de longitud similar sin pueblos se diferencian de este por la soledad. En esta etapa no converse con nadie desde las 7 de la mañana. A las 2 de la tarde que llegue a Alcazarén. No se puede decir que es una etapa larga pero si crea una gran sensación de aislamiento y soledad. Yo cuando camino estos tramos hay muchos momentos en los que la cabeza se olvida del camino y rememora sus recuerdos y andanzas. En la vida diaria nos es imposible repasar las cosas al no tener tiempo de suficiente aislamiento.  

  A las dos de la tarde llegue y me dirigí directamente al ayuntamiento donde sabía que me estaban esperando para darme alojamiento. La sorpresa fue mayúscula cuando me dan una llave enorme de la ermita del Cristo del Humilladero. También me indican que por la mañana meta las llaves en el buzón del ayuntamiento. Sorprendido me dirijo hacia la ermita atravesando otras dos Iglesias importantes, una la de Santiago, cerrada por problemas con el tejado y la de San Pedro (románico-mudéjar) que está en ruinas. Cuando llego a la ermita observo que es del siglo XVIII y que está tomada en su tejado por las cigüeñas. Abro la puerta como puedo y camino por una ermita enorme, del tamaño de muchas iglesias. Me dirijo a través del altar a la sacristía donde en efecto encuentro dos literas nuevas al lado de un gran mueble que utiliza el sacerdote para prepararse para la Misa. También tiene dos cuartos de baños, hombres y mujeres. Directamente y sin dudarlo me meto una reconfortante ducha en un entorno que jamás se me hubiera ocurrido. 

   Después de asearme me dirigí al único restaurante que había visto en el recorrido por el pueblo. Allí me atendió con gran amabilidad los dueños. Son amigos del camino y tienen incluso un libro donde obligan a escribir a todos los que pasan por allí. El último peregrino había pasado hacía 10 días y en lo que iba de año habían escrito 12 personas. 

  Una vez comido, en un pueblo como este no había otra cosa que hacer que la siesta, cosa que cumplí a la perfección. Los colchones eran nuevos y había mantas para taparse. 

   A las siete de la tarde me desperté no teniendo muy claro el lugar donde me encontraba. Me sorprendí mirando a un santo que había en medio de la sacristía y yo en calzoncillos. Nunca me hubiera imaginado estar en ropa interior en una iglesia que iba a ser por una noche mi residencia. 

   Salí a dar una vuelta por el pueblo para observar con detenimiento las dos iglesias del pueblo y las calles del mismo. Son maravillosos los restos de la iglesia de San Pedro, el ábside en ladrillo es de una gran belleza. También aproveché para comprar un sombrero de paja que fuera más fresco que mi gorra. En las etapas posteriores fue un gran alivio. Los agujeros del sombrero dejan respirar la cabeza mejor que la gorra. 

   Después de la visita me dirigí al restaurante donde había comido para realizar la cena y poder charlar un rato. 

  A las 9 y media estaba de nuevo en mi ermita-albergue preparándome para dormir. Cosa que no me costó demasiado.  A media noche me desperté y tuve que recurrir a unas cerillas y a un cirio para ir al baño. 

   Los números del día son los siguientes: 

   Fecha  .- 8 de junio del 2004.

   Pasos.- 35714.Kilómetros.-   25 kms.

   Hora de salida.- 7:00.

   Hora de llegada.- 14:30.

  Tiempo andando.- 7:30 horas ...

Septima jornada: Santa María la Real de Nieva - Coca. (7-6-2004)

Septima jornada: Santa María la Real de Nieva - Coca. (7-6-2004)

 Septima jornada: Santa María la Real de Nieva - Coca. (7-6-2004)

Me levante temprano y antes que saliera el sol ya estaba andando por el arcén de la carretera para llegar a Santa María la Real de Nieva. Cuando llegue visité el monasterio por su exterior y por el claustro, que estaba abierto. La iglesia de Santa María la Real de Nieva fue mandada construir por el rey Enrique III de Castilla y por su esposa Catalina de Lancaster en la transición de los siglos XIV al XV. Los capiteles románicos del claustro contienen una sorprendente iconografía ilustrativa de la vida rural de la época: labradores de azada y arado romano, leñadores, pero también cabezas de cuyas bocas surgen sarmientos hojas, piñas, o leones y centauros. Es un magnífico monumento que entremezcla el románico y el gótico.  

Tras salir de Santa María y por un camino paralelo a la carretera se llega en poco tiempo al pueblo de Nieva. Este es mucho más moderno que el anterior y de mayor población. El camino lleva por el centro del pueblo. Al salir del pueblo se coge enseguida un camino que nos lleva a unos pinares que recorreremos durante 10 kms. Allí entre sombras y por un suelo arenoso, que permite andar sin dificultad se va avanzando. Estos pinares son resineros y te hacen sentir aislado del mundanal ruido. Es posible oír pájaros carpintero y a cucos que te envuelven en su música maravillosa. Este paseo entre pinares es aconsejable realizarlo a primera hora de la mañana pues el frescor matutino te hace respirar con profundidad. El camino está perfectamente marcado y los desvíos señalizados adecuadamente. Cuando no encontraba flecha seguía recto y al poco rato volvía a recuperarlas. Hay que mirar en los elementos más estables del pinar, como las rocas que sobresalen. 

Un par de kilómetros antes de entrar en Nava de la Asunción el pinar se convierte en un camino agrícola rodeado de huertas. Es posible distinguir en las proximidades diversas industrias. 

Cuando llegue ya llevaba algo más de tres horas de paseo y mis piernas empezaban a necesitar un breve descanso. Entre en un bar a almorzar y a descansar durante un rato. Era lunes y la gente caminaba con bolsas de la compra mirándome como un bicho raro. Es un pueblo activo y él más grande desde que salí de Segovia. A la salida nos espera otro pinar que poco a poco nos lleva hasta el Cañón del río Eresma, siempre por la parte alta voy llegando a Coca. Antes de llegar pude disfrutar de una granja de avestruces. 

Ya en Coca mi destino fue el ayuntamiento pues según la guía había un albergue. Allí me atendió de forma magnífica una funcionaria que se interesó por el recorrido y tuvo la amabilidad de llamar a los pueblos de Alcazarén, Puente Duero y Simancas para preguntar si había algún tipo de acogimiento para peregrinos. 

La funcionaria me proporcionó información de como se llegaba a la antigua casa de maestros. Me sello la credencial pero no anotó ninguno de mis datos, la confianza es increíble. 

La casa es un adosado al lado de la carretera con dos plantas. La puerta está atrancada y no necesita llave. En el suelo había dos colchones con bastantes batallas a sus espaldas y en la parte superior una cama de hierro que cuando te sentabas se hundía y chirriaba. El mobiliario era bastante escaso y las paredes estaban forradas de papel roñoso y andrajoso. El aspecto era bastante tétrico. No estaba demasiado limpio pero suficiente para pasar una noche. La ducha tenía agua caliente pero sólo tenía un chorrito de agua. Se notaba que en aquel albergue pocos peregrinos dormían. La funcionaria me dijo que en lo que iba de año sólo 3 personas habían pasado allí la noche. En la planta superior solté la mochila y me aseé para dar cuenta de una suculenta comida que me había ganado sobradamente. 

Después de comer volví a pasear e intentar descubrir las peculiaridades de este pueblo. Lo primero que sorprende son las murallas de origen romano, que fueron reformadas en época medieval. Dentro de está se puede ver la Puerta de la Villa. Están rodeadas por unos magníficos jardines donde se pueden ver tres esculturas prerromanas zoomorfas. Siguiendo las murallas se llega al monumento más representativo de este pueblo, el castillo de estilo mudéjar. Fue mandado construir por D. Alonso de Fonseca tras obtener permiso del rey Juan II de Castilla en el año 1.453. El castillo muy reformado está construido en ladrillo y en su interior se encuentra una escuela de oficios. La imagen exterior del castillo es de una extrema belleza. A diferencia de los castillos cristianos, de muros lisos, sillares regulares y monocromos, con un valor exclusivamente defensivo, aquí podemos admirar el triunfo de la fantasía, de la imaginación y del ensueño. La visita me permitió pasear por las estancias y por las torres del mismo. Se podían divisar los bosques que rodean la ciudad. 

En los jardines dormí un rato la siesta rememorando los avatares que pudieron desarrollarse en ese castillo medieval. Después de la visita turística fui a buscar la salida para que no hubiera problemas al día siguiente. 

Más tarde había llegado el momento de tomar unas cervezas por el centro del pueblo y de cenar algo volvía a la casa de maestros. Parecía un lugar tétrico por lo desangelado y destartalado. Tampoco la iluminación ayudaba, las bombillas eran antiguas y apenas daban luz. Deje entreabierta la contraventana de la habitación superior para que entrará luz de la farola de la calle, por si tenía que levantarme a mitad de la noche. Extendí el saco de dormir y un poco acongojado me dispuse a pasar la noche. 

El cansancio enseguida me derrumbó y dormí ocho horas seguidas. Tengo que dar las gracias por la acogida y por la confianza mostrada. Etapa entre pinares y en soledad. Mucho tiempo para reflexionar alejado de los problemas diarios, sin que nadie te interrumpa tus pensamientos. Es necesario tener la cabeza bien amueblada para aguantar en determinados momentos las sensaciones de la soledad. Para mí fue un placer notar la soledad a mi lado para poder meditar sobre mi realidad. 

Los números del día son los siguientes: -        

Fecha  .- 7 de junio del 2004.-        

Pasos.- 34400.-        

Kilómetros.- 22 kms.-        

Hora de salida.- 6:30.-        

Hora de llegada.- 13:30.-        

Tiempo andando.- 6:00 horas

Sexta jornada: Segovia – Santa María la Real de Nieva. (6-6-2004)

Sexta jornada: Segovia – Santa María la Real de Nieva. (6-6-2004)

 Sexta jornada: Segovia – Santa María la Real de Nieva. (6-6-2004)

Me levante a las 6:30 de la mañana y a las 7 ya estaba en marcha. Salí del hotel y pegado a la Catedral llegue hasta el Alcázar para enseguida emprender la bajada hasta la Iglesia de la Vera Cruz. Las calles estaban solitarias a esas horas, era domingo y la gente descansaba. El aire fresco de la mañana me terminó de despertar. Al poco de pasar la Vera Cruz se emprende una subida de apenas 1 km que nos lleva hasta Zamarramala donde volví la vista atras junto a la ermita de San Roque, para ver un paisaje fantástico de la ciudad de Segovia. En este lugar hay una placa que dice: “No conozco a nadie que habiéndose acercado a este lugar no haya sido conquistado por esta vista sorprendente”. (Robert Gillon). Estoy plenamente conforme con la apreciación. 

Zamarramala es conocido por sus fiestas de Santa Águeda. Todo comenzó en el año 1227, durante el reinado de Alfonso VI, cuando los moros ocupaban El Alcazar de Segovia. Las zamarriegas entretenían a los moros con sus bailes frente al Alcázar, desde Zamarramala, mientras sus maridos los desarmaban y reconquistaban la fortaleza. Durante este día las mujeres son las que mandan en el pueblo.

 Poco a poco y por caminos rodeados de cereal se llega en apenas una hora el pueblo de Valseca. En este pueblo se puede apreciar la iglesia de la Asunción construida entre 1747 de estilo barroco, está en posesión de numerosos retablos de diversos siglos, con algún vestigio de la antigua iglesia románica que se situaba donde se encuentra la actual.  

En todo este recorrido muchas veces he mirado para un lado y para otro buscando compañía y no había nadie. ¡Qué diferencia con los caminos históricos!. En este es posible pasear todo un santo día y no ver un solo peregrino. 

Otra hora después me llevó la ruta hasta Los Huertos, pequeño pueblo de apenas 100 habitantes y con muy pocos servicios para el peregrino. Se sale por una pequeña carretera que en pocos metros nos mete en un sendero que lleva hasta los restos de un antiguo ferrocarril que ha sido desmantelado, pero han dejado las piedras. Por encima de las piedras durante un kilómetro se llega hasta una antigua estación. Este trozo es muy incómodo de andar pues no hay ninguna estabilidad. En la estación se aprovecha un puente para atravesar el río Eresma. Nada más atravesarlo hay que girar a la derecha y entre pinares muy arenosos se llega a Añe. 

Con cuatro horas y pico en las piernas empezaba a necesitar un descanso. Cuando llegue eran sobre las 12 del mediodía y la gente vestida de fiesta se acercaba a la misa del domingo. Yo con  pantalón corto y camiseta desentonaba un poco, pero aún así me dirigí a la Iglesia del pueblo para oír el oficio. La mochila la deje en la calle encima de un banco y me dirigí al interior que ya estaba lleno de gente. Me miraban con extrañeza pero ninguno se atrevía a decir nada. 

La misa supuso un descanso para mis cansadas piernas y me permitieron reemprender la marcha después de llenar de agua la botella. A la salida de la oración se me acercó un abuelete y me preguntó si pensaba quedarme a pasar la noche en el albergue. Esto me sorprendió pues que un pueblo de menos de 100 habitantes sea de los primeros en abrir un alojamiento de peregrinos me lleno de alegría y sorpresa. Con mucho agradecimiento le dije que todavía estaba fresco y era muy temprano para parar. 

A las dos de la tarde llegue a un pueblo todavía más pequeño que los anteriores, Pinilla de Ambroz, no conseguí ver a nadie por sus calles, aunque si hoy el ruido de los televisores. Frente a la iglesia hay un prado junto al río que aproveche para comer y dormir un rato la siesta.  

A las cuatro reemprendí el camino, el calor me agobiaba y el cansancio empezaba a aparecer. La entrada a Santa María la Real de Nieva se ha visto alterada por el AVE, teniendo que dar una pequeña vuelta pero al final por un puente se consigue llegar hasta la población. 

Cuando llegue a la plaza principal pregunte por un lugar donde dormir. Me indicaron un hostal en la carretera a unos dos kms. Esto me desmoralizó bastante, ya no podía con las botas. Así que en un bar de la plaza me bebí casi sin respirar una jarra con limón de medio litro y me senté en la terraza media hora reparadora. 

Con resignación tomé el borde izquierdo de la carretera hasta el hostal dichoso. Allí me dieron una habitación limpia con un baño sensacional. No lo dude y dentro me metí durante más de media hora.  

Se me olvidaba que cuando llegue al hostal estaba también llegando un peregrino en bicicleta, que había partido desde Cercedilla por la mañana. Quedé con él para cenar. Cuando llegue a ella estaba hambriento y la conversación fue amena con el bicigrino. Este tendría unos 67 años y había emprendido el camino como promesa después de haber superado una enfermedad de corazón. Pensaba llegar a Santiago en 10 días. El recorrido de hoy lo había realizado principalmente por carretera, cosa que le aconseje que no hiciera pues disfrutaría más y no correría los riesgos de la circulación. A las 10 de la noche marche a la cama pues tenía intención de levantarme temprano para evitar el calor de las horas centrales del día. 

Los números del día son los siguientes: -       

Fecha  .- 6 de junio del 2004.-       

 Pasos.- 48500.-       

 Kilómetros.- 34 kms.-       

 Hora de salida.- 6:30.-       

 Hora de llegada.- 18:00.

Tiempo total.- 13:30 horas.