Segunda jornada: Estación de Tres Cantos a Manzanares El Real
Segunda jornada: Estación de Tres Cantos a Manzanares El Real
Eran las 6 de la mañana y el despertador sonaba, al borde de un ataque de nervios encendí la luz, no atreviéndome a apagarle por si me quedaba dormido. Era todavía más temprano que el día anterior (26/01/2002), jamás me acostumbraré. La lógica me decía que tenía que ser así, mientras que me arreglaba, llegaba a la estación y desde esta a Tres Cantos, debía madrugar para poder empezar el paseo temprano, pero mi mente se resistía a despertarse del todo. Esto duró hasta que me acerque al lavabo y el agua fría hizo efecto en mi cara. Tras vestirme y tomar un vaso de leche, preparé la mochila con la cantimplora llena de agua, una lata de foie-gras, una bolsa de panchitos y media barra de pan. Me puse el chubasquero y la mochila y me lance a la calle.
Eran las 6:30 de la mañana (¡Qué gran locura!, creo que esto es un problema de edad). Subí la calle hasta la estación (1 Km aproximadamente). Hacía fresco pero el cielo estaba despejado y media luna me saludaba. Llegue a las 6:50 a la estación y me dirigí directamente a sacar el billete a Tres Cantos. A la 7:00 de la mañana llegó el tren, con una puntualidad increíble, aunque hay una reputación que los trenes siempre llegan tarde, mi experiencia es que es uno de los medios de transporte más fiable. El tren estaba lleno de trabajadores.Durante el trayecto aproveché para adormilarme pero resistiendo la tentación de caer en los brazos de Morfeo, por si me pasaba, cosa imposible, la última estación del tren que tomé era justamente mi destino. El tren marcaba 8 grados en Atocha y sólo 2 en Tres Cantos, se notaba el frío mañanero y era necesario abrocharse a conciencia el chubasquero. Era aún de noche cuando llegue a destino, el reloj marcaba las 7:40 horas cuando salía de la estación. Bajé hacia el túnel que permite el paso al otro lado de las vías.
Pasado el puente giré a la izquierda y comencé la subida para ir a parar a la pasarela que permite cruzar al otro lado de la autovía. Esta subida está en obras y tuve que ir campo a través a buscar la pasarela. Mientras que la cruzaba, el aire de los coches y de la mañana me daba en la cara, y era muy frío. Me abrigué lo mejor posible y aceleré el paso para calentarme con el ejercicio. Enseguida retome la señalización de flechas amarillas, que en este punto gira a la izquierda para ir a buscar las instalaciones de la AT&T, que dejaremos a la derecha del camino.
El día empezaba a amanecer y se veían los campos llenos de escarcha y la sensación era heladora.
Hay un par de desvíos que junto con una pérdida de la señalización me hicieron dudar de mi buen camino, pero enseguida llegue al arroyo de la Tejada y vi la señalización de nuevo. Este arroyo me causó el cabreo del día. El arroyo es atravesado en cinco ocasiones durante la primera hora, y mis pies se mojaron en cuatro. Son pasos de hormigón que permiten el fluir del agua y el rodar de vehículos mojándose las ruedas, hay unas piedras de granito para que los peatones pasen. Esto es perfecto, pero teniendo en cuenta la humedad mañanera y del cauce, la distancia entre las piedras, su pequeño tamaño, y por último mi sensación de vértigo, las piedras están colocadas en el borde del hormigón, me obligó a evitarlas y pasar con tres zancadas el arroyo. El agua sólo cubría el empeine pero era suficiente para que los pies se mojaran. En las dos primeras apenas me moje pero el tercero y cuarto paso fue total la mojada. Si las piedras estuvieran más juntas y fueran un poco más anchas se podría pasar sin problemas.
Yo tomé la decisión de mojarme los pies antes de caerme y mojarme entero. Imagino que en verano puede ser un auténtico placer estos pasos pero en febrero y a las 9 de la mañana es una pequeña odisea.
Aparte de estos incidentes con el arroyo de la Tejada, el entorno es muy bonito, una chopera nos acompaña durante cerca de una hora. Hasta este momento solo hemos bajado 10 minutos y llaneado durante casi una hora, pero desde aquí hasta Colmenar todo será subir. Una vez pasado por última vez el arroyo me sorprendió ver una piedra con un azulejo con la concha de Santiago, patrocinado por la Comunidad de Madrid. Especificaba los kilómetros restantes a Santiago de Compostela, 649. En este punto las flechas marcan un camino amplio hasta el Cementerio de Colmenar Viejo, que le alcancé en una hora más. En este trayecto comenzó a darme el sol por la espalda cosa que agradecí, al templarme el animo enfadado de la última mojada. El paisaje es maravilloso, al frente se tiene la sierra de Guadarrama y a nuestro alrededor dehesas con ganado vacuno, que no nos abandonarán hasta llegar a destino, Manzanares el Real. En la sierra pude distinguir el Alto de Guarramillas (Navacerrada), la Maliciosa, Cabezas de Hierro y Valdemartín. El optimismo volvió por lo agradable de la mañana y por un aire limpio. Ni una sola nube se distinguía.
Al cabo de dos horas, mi piernas llegaron al cementerio donde se inicia una fuerte subida por carretera que nos lleva a la ermita de Santa Ana. Aquí hay un cartel anunciador del GR.10 donde se especifican los caminos y senderos incluido él de Santiago. El camino atraviesa Colmenar. En la Iglesia dedicada a la Asunción de María hice una parada a rezar, apenas 5 minutos que me permitió ver las tres naves con bóvedas de crucerías. Destaca la torre de base cuadrada. Un hermoso templo del siglo XV.
En un bar paré a desayunar y reposar un rato. Tomé un café con leche y dos porras. Me cobraron 1,50 euros y me pareció un poco caro, el local era una vulgar churrería con una barra donde servían bebidas, y de ninguna manera un local de lujo, el servicio era francamente deficiente. Pero bueno desde que hemos cambiado al euro cualquier precio es posible, imagino que con el tiempo la gente pondrá en su sitio los locales que se han “subido a la parra”.
Después de pasar unas urbanizaciones nuevas, la señalización nos lleva a un camino que baja hasta la carretera C-607, hay varios cruces perfectamente señalizados y él más significativo se encuentra a un kilómetro, teniendo que tomar en este la desviación de la derecha.
En este trozo entablé conversación con un muchacho que iba con una niña en su carrito. Me comentó que vivía en Colmenar y que su calidad de vida había aumentado desde que se encontraba viviendo aquí, sin ningún esfuerzo tenía contacto directo con la naturaleza y si quería disfrutar de la ciudad en 30 minutos estaba en el centro de Madrid. Este trayecto es muy agradable, a derecha e izquierda las instalaciones ganaderas te acompañan encajonado entre dos vallas de piedra de granito. Tuve que quitarme el chubasquero, el calor era considerable. En media hora llegué al cruce de la carretera de Colmenar-Cerceda con el río Manzanares, el cual atravesé por un puente. Desde aquí nos esperan una hora y tres cuartos de subida constante, aunque nunca brusca. Este paseo se realiza por una vía pecuaria vallada a ambos lados. Elementos significativos son la explotación ganadera “La Venta”, a 10 minutos del puente, y 50 minutos después, y a la izquierda del camino, la finca Valderrevenga.
En este trayecto me encontré con un par de ciclistas, 6 motoristas que iban a toda velocidad metiendo ruido y levantando polvo (muy desagradables), 2 “quad”, creo que se llaman así esos vehículos que tienen 4 ruedas, que también metían excesivo ruido; y un par de todo terrenos, es decir, más polvo a tragar. Este trozo va entre enormes fincas ganaderas, algunas de toros bravos. Pese a todo el ruido y polvo, la mañana era perfecta para pasear. Las dehesas y las montañas nevadas del fondo forman un entorno de incomparable belleza a muy pocos kilómetros de una gran ciudad como Madrid. Estoy encantado de poder pasear conociendo parajes dignos de ser conocidos.
Un kilómetro y medio después de la finca Valderrevenga el Camino tuerce a la derecha, empinando la ruta hasta una cota existente a 1 kilómetro. Desde la misma es posible ver ya el pantano de Santillana y el pueblo de Manzanares el Real. El pantano estaba un poco escaso de agua debido a la sequía. El Parque Natural de la Pedriza son las murallas de este hermoso pueblo de dos castillos, uno en ruinas y desconocido, y el otro reformado y famoso.
Ya sólo queda la bajada que se realiza en apenas media hora. La realizaremos por un camino señalizado perfectamente por las flechas amarillas hasta que llegamos al puente que cruza el pantano. Desde el puente en 20 minutos se llega al cruce de la carretera que va de Soto a Cerceda. Un poco más allá cruzamos un puente sobre el río Manzanares, que nos da la entrada al pueblo.
A la plaza del pueblo llegué justo cuando aparecía el autobús de la 13:15 con destino Madrid. Así que sin tiempo ni para un refresco me subí al mismo. Las terrazas de los bares estaban llenas de gente tomando un sol tremendamente agradable. Me tentó la idea de esperar al siguiente bus y poder sentarme en una de esas maravillosas sillas. Pero el llegar pronto a casa fue más estimulante. Era un bus de doble longitud, con una especie de muelle a la mitad. Este bus hace múltiples paradas y tarda unos 50 minutos en llegar a Plaza Castilla. Aunque cuando me subí sólo estaban ocupados algunos asientos, cuando pasamos Colmenar Viejo estaba casi lleno. El tiempo de autobús lo aproveché para tomar algunas notas del recorrido y para comer la bolsa de panchitos, el hambre empezaba a apretar. A las 15:30 ya me encontraba en casa dispuesto a una ducha reparadora y a una buena siesta.
Aunque estaba cansado, era mucho menos que la semana pasada. Los números del día son los siguientes: -
Fecha .- 2 de febrero del 2002.- Pasos.- 34.310.-
Kilómetros.- 24,02.-
Tiempo andando.- 5 horas y 20 minutos.
Como resumen se puede decir que es un paseo maravilloso entre dehesas de ganado bravo y con vistas a la Sierra de Guadarrama.
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